La Vanguardia

La Rambla baja por el TNC

La comedia y la desolación de ‘La Rambla de les floristes’ de Josep Maria de Sagarra inaugura la temporada del teatro

- JUSTO BARRANCO

El TNC repite jugada. El año pasado logró un enorme éxito abriendo la temporada con la versión irreverent­e, travestida, musical, de Els Jocs Florals de Canprosa de Santiago Rusiñol que montó Jordi Prat i Coll. Y hoy el Teatre Nacional de Catalunya vuelve a confiarle la apertura de la temporada –para la que está prevista la presencia de media Generalita­t, encabezada por Quim Torra– al mismo director y para que vuelva a hacer una versión de otro clásico moderno del teatro catalán: La Rambla de les Floristes , de Josep Maria de Sagarra. Una pieza en la que Rosa Boladeras da vida a la protagonis­ta, Antònia, en su puesto de flores en el corazón de Barcelona, viendo pasar la vida y también la historia en una obra que mezcla la comedia con la desolación.

Prat i Coll explica que quería llevar a escena la obra de Sagarra hace mucho tiempo. Cuando era jovencito, recuerda, miraba una y otra vez la versión que protagoniz­ó en la televisión Rosa Maria Sardà, que justamente le impulsó a hacer teatro. Luego, hace dos años, tuvo lugar el atentado terrorista en La Rambla, una calle cerca de la que estaba tomando un café en ese momento. Fue un último empujón que, ayudado por el éxito de Els Jocs Florals de Canprosa, ha logrado que su versión de la obra de Sagarra suba al escenario principal del TNC y que lo haga con la voluntad de no hablar “sólo de las personas vivas que habitan la Rambla, sino también de las muertas cuyos espíritus también la transitan”.

La obra constituye un retrato de la sociedad catalana a través de uno de sus principale­s símbolos, La Rambla, y la acción se sitúa en el año 1867, poco antes de la Revolución Gloriosa que destronarí­a a Isabel II. No sólo eso, La Rambla de les floristes se estrena el marzo de 1935, unos meses después de que Lluís Companys proclame el Estat Català. Dos momentos estructura­les de la historia reciente que resuenan en la pieza, en la que La Rambla es un espacio de libertad. Una pieza escrita como un sainete, como una obra menor, pero que es mucho más. “Ha sido fácil ponerle la etiqueta de autor ligero, frívolo, veloz o costumbris­ta, pero Sagarra es mucho más complejo, mucho más profundo y mucho más difícil de lo que le hemos sabido leer hasta el día de hoy”, remarca Albertí.

Con su habitual juego de mezcla escénica de espacios, tiempos, estilos y referencia­s históricas y culturales, Prat i Coll insufla nueva vida a

La obra se ambienta antes de la Revolución Gloriosa y en ella la Rambla es un espacio de libertad

una obra en la que, dice, “Sagarra lleva a la cumbre más alta su visión de un teatro popular en verso”. Una obra donde, apunta, todos los personajes están excepciona­lmente bien dibujados, pero en la que Antònia “es una protagonis­ta a la altura de un Senyor Esteve”. Justamente cuenta que se han centrado en sus personajes, “de mujeres fuertes y hombres calavera”, y explica que sus sentimient­os se expresan mediante flores, como en la obra del mismo año de Lorca, Doña Rosita la soltera. Para Rosa Boladeras, su personaje, Antònia, es “una mujer que reivindica una manera de amar sin renunciar a ella misma, algo que en su época era imposible”.

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MAY ZIRCUS/TNC Rosa Boladeras en una escena de La Rambla de les floristes, en el TNC

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