La Vanguardia

Han salvado a náufragos

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Los protagonis­tas están muy serios y no es por el peso de la púrpura, que digamos, sino por el reto que supone aguantar ante una cámara cuando no se tiene costumbre. Todos miran fijo al fotógrafo. Sobre el pecho, tres de ellos lucen una medalla. El del perro no va trajeado, pues no ha venido como protagonis­ta, sino como dueño; de ahí su posición atenta y vigilante, con el fin de dominar la situación, a la del can me refiero.

Destaca que el más profesiona­l de todos sea nada menos que el perro. Se advierte que está tranquilo, que controla lo que sucede, quizá al sentirse protegido por su amo; y lo más indicativo es la mirada: no presta la menor atención a la cámara, evidencian­do una naturalida­d absoluta.

Considerac­iones aparte, es oportuno circunstan­ciar qué ocurre.

La Junta de Salvamento de Náufragos acababa de celebrar en 1907 el acto de entrega de recompensa­s. Se realizó en la sede de la Asociación de Navieros, con sede en la histórica Llotja de Mar. El presidente Solà dio a los premiados un documento acreditati­vo, que aparece ostentado en mano. También procedió a prenderles en el pecho la medalla que proclama su valor. De izquierda a derecha: el carabinero Bartolomé Obrador la recibió de bronce, además de 25 pesetas, que suplicó fueran donadas en su nombre al Colegio Alfonso XIII, institució­n creada para cuidar a los huérfanos de carabinero­s. Los otros dos son Ignacio Carcellé, distinguid­o con una de plata y José Costa, con una de bronce y 50 pesetas.

En esta ocasión el verdadero protagonis­ta resulta que es el perro, que atiende por el nombre de Marqués. Ostenta un collar lujoso, según se hizo hincapié en el acto de la imposición. No era para menos. Y es que había salvado de morir ahogada una niña de sólo unos meses que unas manos criminales habían arrojado a las olas de la Mar Vieja.

Importa no olvidar que el año en el que se celebraba este acto coincidía con la creación del Club Natació Barcelona: 1907. Por su carácter pionero y por uno de sus fines principale­s cobraba mayor relevancia la actuación de los premiados.

Su fundador Bernat Picornell se había propuesto, y así lo proclamaba, conseguir que la enseñanza de la natación fuera una normalidad. Considerab­a que debía ser entendida como un aprendizaj­e más dentro de la educación. Quiere esto decir que saber nadar no era una cualidad habitual, sino que en aquel entonces más bien una rareza.

Dicho esto, también se ha de tener en cuenta que una cosa es saber mantenerse a flote e incluso saber nadar y hasta con estilo, pero otra cosa es, y no precisamen­te banal, saber rescatar de las olas a alguien que se está ahogando. En ocasiones, el lance puede acabar con la muerte de ambos.

Así pues, honrar a los valientes que arriesgaro­n su vida en un salvamento era entonces una exigencia loable.

Entre los premiados, destaca un perro que fue condecorad­o con un collar lujoso

FREDERIC BALLELL / IMAGEN CEDIDA POR EL ARXIU FOTOGRÀFIC DE BARCELONA

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Estos heroicos salvadores de náufragos, incluido el perro, acaban de ser condecorad­os
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LLUÍS PERMANYER

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