La Vanguardia

La mitad de las personas atendidas por Cáritas no tiene vivienda digna

- JULIETTE GEAY

Las personas atendidas por Cáritas Diocesanas de Catalunya disminuyer­on un 31% durante el año pasado, pasando de más de 300.000 en el 2017 a 220.631 en el 2018, según anunció ayer la entidad en el acto de presentaci­ón de su Memoria 2018. La reducción de beneficiar­os viene motivada por el hecho de que algunos atendidos mejoraron su situación y también por el aumento de las iniciativa­s ciudadanas de entrega de comida que permitió reducir la frecuentac­ión de las parroquias. A pesar de que los datos reflejan una clara reducción del número de beneficiar­ios, la proporción de personas que no tienen vivienda digna ha crecido hasta el 50% del total de los atendidos en el año 2018, frente al 37% que representa­ba el año anterior.

Dentro de este colectivo con vivienda precaria, un 7% no dispone de un hogar y un 21% vive en alojamient­os realquilad­os (10 puntos por encima de la proporción del año anterior). Además aumentó también la proporción de personas acogidas en casas de familiares o de amigos (11%) y en entidades sociales (6%). Por otro lado, se mantiene estable el porcentaje de aquellos que viven en pisos ocupados (5%).

En cuanto al perfil de los atendidos, creció en particular el número de personas solas (ahora un 33% del total), mientras las familias con hijos (49%) siguen siendo la primera categoría de personas beneficiar­ias de Cáritas Catalunya. En este sentido, Francesc Roig, director de esta entidad social, denunció la vulneració­n del derecho universal a la vivienda digna, que va ligada a las dificultad­es de acceso a la renta garantizad­a de ciudadanía (RGC). “Las prestacion­es básicas que conforman el sistema de protección social en Catalunya son insuficien­tes en cantidad y duración, y nos urge un despliegue de la RGC que llegue a todas las personas que la necesitan y que sea compatible con otras ayudas”, explicó.

La falta de vivienda digna no es el único factor de exclusión social, aunque sí que es el principal motivo de vulnerabil­idad junto a la precarieda­d laboral. Así, por ejemplo, las personas que realquilan habitacion­es desconocen cuándo van a tener que abandonarl­as, tienen restriccio­nes para usar el baño y dificultad­es para empadronar­se.

Por su parte, el cardenal Joan Josep Omella hizo un llamamient­o a actuar ante la cronificac­ión de la pobreza. “La separación entre los ricos y los pobres, los que pueden salir adelante y los que no, es una brecha que cada vez se hace más grande, y tenemos que reaccionar”.

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