Las mujeres iraníes vuelven a los estadios
Por primera vez en 40 años las mujeres iraníes asisten a un partido de fútbol
Un partido que sobre el papel era poco atractivo para el público –Camboya, reconozcámoslo, no es un contrincante que mueva masas– terminó siendo un encuentro histórico del que se hablará durante muchos años en Irán. Era la segunda vez en la historia de la revolución islámica que las mujeres podían asistir al estadio a apoyar al team-e Melli o equipo nacional y arrasaron con todos los billetes a la venta disponibles para ellas. Pero, como si este ya no fuera el gran logro del deporte local, Irán terminaría ganando por un rotundo 14-0.
Y con cada gol que llegaba, las mujeres que ocupaban un tercio de la parte baja del estadio Azadi (Libertad) gritaban con más fuerza. Algo que parecía casi milagroso si se tiene en cuenta que la mayoría de las aficionadas habían llegado desde muy temprano al estadio y desde entonces no habían dejado de gritar, silbar, cantar, aplaudir y soplar las cornetas que con su eco llenaban de vida un estadio que si no hubiera sido por la presencia femenina hubiera estado prácticamente vacío.
“No sé cómo tengo voz, no he parado de gritar”, confesaba al final del encuentro Marjane, de 28 años, que era la primera vez en su vida que pisaba el estadio Azadi de Teherán. Desde los 6 años es aficionada al fútbol, especialmente a su selección y al equipo Esteghlal, uno de los dos grandes equipos de Teherán, del que también era aficionada Sahar Khodayari, la joven aficionada de 29 años que se prendió fuego semanas atrás en Teherán y que después de su muerte pasó a conocerse como la chica de azul.
A la que ayer muchas jóvenes recordaron en el estadio.
“Este es el partido de la selección nacional, y el puesto de Sahar está vacío”, gritaban varios grupos de asistentes según contaron luego del partido varias de las aficionadas. Las periodistas acreditadas para este encuentro, esta corresponsal entre ellas, no tuvieron acceso a las tribunas de las aficionadas y fueron destinadas a un palco especial, donde también estaban las fotógrafas y camarógrafas que no recibieron permiso para cubrir el partido desde la cancha.
“No es importante, tenemos que ver lo positivo y ver lo que está pasando con las mujeres. Nunca pensé que vería tantas y tan felices en este estadio”, señalaba Afsoon, una periodista que lleva más de 15 años cubriendo deportes, pero sin la posibilidad de asistir al estadio, como todas las mujeres allí presentes. Desde la victoria de la revolución está prohibida la presencia de las mujeres en los estadios. Y a pesar de que esta prohibición se ha ido levantando lentamente en otros deportes, el fútbol seguía siendo una tarea pendiente.
“Estoy muy contenta porque este es el primer paso de muchos, es maravilloso esto que vemos aquí”, decía esta mujer de 35 años que, como el resto de sus colegas, no podía ocultar su cara de felicidad. Desde muy temprano todas dejaron de seguir lo que pasaba en la cancha, donde ya ni siquiera los jugadores de la selección celebraban los goles por respeto a los camboyanos, para no perder de vista la fiesta que habían armado las mujeres en su esquina del estadio.
Unas veces coreaban la canción que se ha convertido en una especie de himno de la selección “I’ran, fadoye Ashk va khandei to…” (Irán, muero por tus lágrimas y risas...) y otras veces otras hacían la ola. Todo esto sucedía frente a un equipo de alrededor de 100 mujeres policías que pusieron especial interés en controlar el buen uso del velo y prohibir el uso del cigarrillo.
Entre este grupo de más de 4.000 mujeres se encontraba Yaseman, que llevaba cuanto accesorio de la selección se puede conseguir en el mercado: gorro, gafas, camiseta y bandera, que usaba como velo para cubrir su cabeza. Los compró el año pasado cuando estuvo en el Mundial de Rusia para ver el partido que Irán jugó ante Marruecos en San Petesburgo. “Tuve que ahorrar un año para poder ir, pero mi sueño era poder ver a la selección”, contaba Yaseman que era la primera vez en su vida que entraba al estadio Azadi, y lo hacía con su madre. Aficionada al fútbol como ella. Su padre no había querido acompañarlas bajo el argumento de que el partido no tenía ninguna importancia.
Al finalizar el partido los jugadores fueron hasta la esquina femenina y con aplausos celebraron su presencia. Sobre todo, agradecieron su apoyo. Es muy difícil para cualquier equipo tener una afición que se entregue de tal manera como lo hicieron ayer las iraníes por su selección. “Todas sentimos que incluso nuestros jugadores lo hicieron mejor que en otros partidos. No sé si será la felicidad que tenemos pero creemos que nuestra presencia trajo mayor felicidad a este estadio”, aseguraba Baharé al finalizar un partido que seguramente nadie podrá olvidar en mucho tiempo. Todavía les queda por delante la liga local, pero como dicen ellas, “kam, kam”. Es decir, poco a poco.
EUFORIA DESATADA “No sé cómo tengo voz, no he parado de gritar”, decía Marjane tras su primera experiencia en un estadio
EL GESTO Al final los jugadores acudieron hasta la esquina de la grada femenina para recibir una gran ovación