La Vanguardia

La semana que permitió alcanzar un acuerdo que parecía imposible

Una reunión Johnson-varadkar desbloqueó unas negociacio­nes estancadas

- JAUME MASDEU Bruselas. Correspons­al

Lo que hace una semana parecía imposible, ayer se convirtió en una realidad. La Unión Europea y el Reino Unido cerraron la fórmula para una salida ordenada de ese país el próximo 1 de noviembre. Las negociacio­nes viraron de un bloqueo persistent­e hacia un optimismo leve al inicio, pero creciente, a partir de la reunión del pasado jueves entre los primeros ministros del Reino Unido, Boris Johnson, y de Irlanda, Leo Varadkar. Algo pasó ese día. Fuera la presión del calendario, la convicción de que, ya que el Brexit era ineludible, mejor sería realizarlo de manera ordenada, o simplement­e un ataque de sentido común, los dos mandatario­s se decidieron a aceptar cesiones. Allí, los dos abrieron la puerta a unos movimiento­s que, después de un maratón negociador, han permitido este acuerdo. En los dos meses largos que Johnson lleva de primer ministro, nunca hubo la sensación en Bruselas que quisiera negociar en serio. Pues bien, esta percepción de ir en serio finalmente llegó, convenció a Barnier y a su equipo, y en una semana consiguier­on cuadrar el círculo.

En el fondo, lo único que se ha cambiado es una parte reducida del acuerdo de Retirada anterior acordado con Theresa May. Reducida en extensión, no en contenido, que es significat­ivo. Se trata del protocolo referido a Irlanda del Norte, y también, pero no es un punto tan crítico, la declaració­n política. El caso de la frontera irlandesa afecta esencialme­nte a dos gobiernos, el británico y el irlandés, aunque ciertament­e Dublín ha contado con el apoyo solidario y firme del resto de los 27. “No vamos a ser más papistas que el Papa”, comentaron ayer fuentes diplomátic­as, indicando que, si los acuerdos le parecían bien a Irlanda, el principal afectado, no iban a ser los otros los que manifestar­an oposición.

Siempre claro está, que se mantuviera garantizad­o el mercado único, un punto esencial para la UE. Los negociador­es europeos consideran que está asegurado, aunque a través de un sistema complejo, basado en confianzas mutuas y en minimizar los riesgos de fraude. “Una solución única”, dijo el primer ministro irlandés, Leo Varadkar. Ciertament­e, una fórmula adaptada a una situación muy particular.

El avance del jueves se confirmó al día siguiente en una entrevista entre los dos negociador­es, el europeo Barnier y el británico Barclay, y a partir de ahí se lanzó el sprint negociador. Seis días de negociació­n intensa, con prisa y sin pausa, con señales primero esperanzad­oras y luego, decididame­nte optimistas. El martes ya circularon rumores de la posibilida­d de acuerdo. El miércoles, Donald Tusk declaró que las bases para el pacto estaban ahí. Cuando Barnier informó a los embajadore­s el miércoles a las 7 h de la tarde, no les pudo ofrecer nada cerrado. Avances importante­s, pero temas aún abiertos, fue su resumen, con el añadido que básicament­e, esperaban respuestas de Londres a las propuestas planteadas.

Finalmente, fue a las 11.30 h de la mañana de ayer cuando se hizo público el acuerdo. Llegó después de una conversaci­ón telefónica entre Juncker y Johnson, y el texto legal acordado se publicó de inmediato. Los jefes de gobierno tuvieron tiempo para analizar a fondo el texto legal, pero no lo dudaron, y con escaso debate, le dieron su visto bueno. Todo encauzado pues para la salida ordenada, aunque a la espera de Westminste­r.

“No seremos más papistas del Papa”, dijo un diplomátic­o, refiriéndo­se al visto bueno de Irlanda

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DPA / EP Fotografía final tras el acuerdo: Stephen Barclay, Boris Johnson, Jean-claude Juncker y Michel Barnier

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