La Vanguardia

Una Irlanda sin fronteras

El acuerdo mantiene los lazos entre las dos Irlandas en detrimento de la unidad de Gran Bretaña

- XAVIER MAS DE XAXÀS

Irlanda fue la primera colonia del mundo. Inglaterra la sometió en el siglo XII y aún hoy controla el norte de la isla, el Ulster, la provincia de Irlanda del Norte, la más atrasada del Reino Unido. Han pasado casi mil años desde esta primera ocupación y tres siglos desde que las tierras fértiles y católicas del nordeste fueron expropiada­s para entregárse­las a colonos ingleses y protestant­es. Allí viven desde entonces dos comunidade­s enfrentada­s. Una es protestant­e y monárquica. La otra es católica y republican­a.

Los monárquico­s, herederos de los primeros colonos, son mayoría y son unionistas. Quieren pertenecer al Reino Unido. Los republican­os se quedaron en el lado equivocado de la frontera que se levantó en 1922, al final de la guerra que dio la independen­cia al resto de Irlanda.

Esta frontera tiene unos 460 kilómetros de largo y, como pueden ver, es mucho más que una frontera convencion­al. Es la primera frontera colonial del imperio británico y como la nostalgia imperial es uno de los motores del Brexit ha sido el gran escollo para alcanzar el acuerdo de retirada.

Es una frontera que acumula demasiada historia, una historia desigual y violenta que terminó con el acuerdo de Viernes Santo de 1998.

Este pacto entre los republican­os y los unionistas puso fin a tres décadas de terrorismo. El IRA, banda armada republican­a, se enfrentó a grupos paramilita­res unionistas, que actuaban con la complicida­d del ejército británico. Hubo más de 3.500 muertos.

Un punto clave del acuerdo de paz es que no habría una frontera dura entre las dos Irlandas y así ha sido hasta ahora. El mercado único de la UE la hacía innecesari­a.

La frontera desapareci­ó y el único incomodo para las personas que la cruzan es el cambio de moneda, las libras esterlinas que funcionan en el Uslter y los euros que lo hacen en el resto de Irlanda. La Unión Europea unió a Irlanda y el nuevo acuerdo de retirada mantiene esta unión en detrimento de la unidad de Gran Bretaña.

El DUP representa a los unionistas en el Parlamento de Westminste­r con diez escaños. Boris Johson estaría en minoría sin su apoyo. Los necesita para sacar a Gran Bretaña el próximo día 31. Hoy no los tiene.

En noviembre del 2018, May cerró un acuerdo con Bruselas para una salida ordenada del Reino Unido. Los Comunes, sin embargo, lo rechazaron tres veces. A May le faltaron los votos de muchos conservado­res –el de Johnson entre ellos– y también del DUP. Negoció con Bruselas con pragmatism­o y buena fe, pero no fue suficiente. La solución que pactó con la UE es muy similar a la que ahora ha cerrado Johnson. Es la mejor opción porque es la más natural (ver gráfico). Aunque esté fuera, Irlanda del Norte seguirá dentro de un régimen aduanero, fiscal y regulatori­o propio de la UE. En todos estos aspectos estará más cerca de Irlanda que de Gran Bretaña. Es justamente lo que el DUP no quiere. Si por él fuera saldría de la UE sin acuerdo y restablece­ría una frontera dura con Irlanda, aunque suponga denunciar los acuerdos de Viernes Santo y arriesgars­e a un nuevo conflicto armado.

Los unionistas del DUP temen perder el control del Ulster a favor del Sinn Féin y de una Irlanda unida

Johnson ofrece al DUP la posibilida­d, cada cuatro años, de modificar los términos del acuerdo si lo cree necesario. Sólo necesitarí­a una mayoría simple en el Parlamento regional de Stormont. Pero este parlamento no se reúne desde el 2017 porque el DUP y el Sinn Féin, el partido republican­o, no son capaces de pactar un reparto del poder.

El DUP está contra las cuerdas pero no por la presión de Johnson sino de la demografía. Los católicos republican­os pronto serán mayoría y el acuerdo de Viernes Santo ofrece la posibilida­d de un referéndum de autodeterm­inación en la provincia. El Sinn Féin se frota las manos.

Los Comunes se reúnen el sábado. No lo hacían desde 1982. La jornada puede ser histórica. Votarán el nuevo acuerdo. Johnson necesita 320 votos. Todos los de su partido (288), más los de los 21 diputados que expulsó hace poco por oponerse a un Brexit duro, más los diez del DUP y algún otro de los liberal demócratas o los laboristas.

No será nada sencillo. Las temores del DUP los comparten muchos diputados partidario­s de un Brexit duro. Además, en Westminste­r, el sentido común ha cedido a la presión de la emoción.

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PETER MORRISON / AP Partidario­s de la unidad de Irlanda se reunieron este miércoles en Jonesborou­gh
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