La Vanguardia

El juez acusa de delito ambiental a dos directivos y a la adjudicata­ria del Castor

Los otros investigad­os, diez altos funcionari­os del Estado, son exculpados

- ESTEVE GIRALT

Por fin se vislumbra un juicio para el caso Castor, abierto en setiembre del 2013 tras el alud de seísmos en la costa del delta del Ebro y Castellón provocados por la inyección de gas en el subsuelo marino. El juzgado de instrucció­n n.º4 de Vinaròs (Castellón), donde está ubicada la planta terrestre, ha decidido procesar por un presunto delito ambiental a los dos principale­s directivos de Escal UGS, la empresaria responsabl­e de la construcci­ón y puesta en marcha del almacén, en fase de invernació­n desde el 2016.

La compañía adjudicata­ria, participad­a mayoritari­amente por la ACS de Florentino Pérez, está procesada por el mismo delito. En cambio, el magistrado ha exculpado al resto de investigad­os, diez altos funcionari­os del Estado, con cargos de responsabi­lidad en el Ministerio de Medio Ambiente y en el Instituto Geológico Minero de España (IGME).

Todos ellos dieron luz verde al proyecto, fallido, pero el juez considera que no se ha podido probar que cometieran un delito de prevaricac­ión medioambie­ntal dolosa e imprudente a pesar de que el almacén que autorizaro­n provocó más de 500 seísmos.

Quienes sí deberán responder en el juicio por el fracasado macroproye­cto energético son Recaredo del Potro, presidente de Escal UGS y la cara más visible del Castor, y José Luis Martínez, su consejero delegado. Atrás quedan cuatro años y diez meses de instrucció­n, con la declaració­n de decenas de testigos, incluidos varios responsabl­es políticos.

El titular del juzgado n.º4 de Vinaròs sostiene que los máximos responsabl­es de la empresa concesiona­ria incrementa­ron de forma brusca el caudal de inyección del gas hasta el reservorio marino a pesar de que eran “consciente­s de la peligrosid­ad sísmica”. El magistrado considera demostrada la relación causa efecto entre la inyección del gas a una enorme presión y los terremotos registrado­s en la costa del Ebro y Castellón en el verano del 2013, justo después de ponerse en marcha el Castor en fase de pruebas. El magistrado reprocha a los dos directivos acusados que siguieran ordenando la inyección de más gas desde la planta terrestre hasta el almacén submarino a pesar de que ya sabían que se habían empezado a registrar pequeños seísmos en la red de sismógrafo­s instalada para controlar justamente la sismicidad en la zona. El juez sostiene que los directivos y por extensión la adjudicata­ria eran “plenamente consciente­s y conocedore­s de la peligrosid­ad sísmica” del Castor, poniendo en riesgo el medio ambiente y a las personas.

La inyección de gas empezó el 2 de setiembre del 2013. A pesar de que ya en aquellos días hubo terremotos, la actividad en la planta de gas no se paralizó hasta el 26 de septiembre, casi cuatro semanas después, por orden del Ministerio de Industria. El magistrado acusa a los inculpados de haber pasado por alto el “grave riesgo potencial” de la actividad autorizada en el Castor.

En la interlocut­oria, el juez recuerda que el gas que se inyectó hace seis años sigue en el almacén submarino porque aún no se ha procedido a desmantela­rlo porque no existen las condicione­s de seguridad para hacerlo.

La instrucció­n se ha alargado casi cinco años en el juzgado de Vinaròs, con cuatro cambios de magistrado

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