La Vanguardia

Hablemos (sólo) del tiempo

- Isabel Gómez Melenchón

Vamos a hablar del tiempo. No, de literatura, de libros, que es un tema refugio como el oro lo es a los ahorros cuando vienen mal dadas. También se ha intentado con las criptomone­das, lo del refugio pecuniario, pero la cosa no acaba de cuadrar del todo, quizás porque lo de cripto todavía nos da susto y nos hace añorar los tiempos en que se podían guardar con seguridad los dineros en el colchón y las ideas en el círculo de amigos. Ahora, ni una cosa ni la otra. Tengo miedo de hablar, y de escribir no les cuento, porque no quiero ofender a nadie, y las pieles están ahora con una dermatitis atópica que ni con Nivea, la de toda la vida, que es lo que sigue funcionand­o mejor para las personas que como yo siempre se acaban rascando, y en este caso no estoy haciendo ninguna metáfora.

Vamos a hablar de libros, pero no de libros de historia, por favor. Me dijo una vez Amos Oz, el escritor al que vuelvo una y otra vez y perdónenme que sea tan reiterativ­a, que la historia hay que tomarla a pequeñas dosis, bien calculadas, porque de lo contrario puede convertirs­e en una droga muy poderosa: “La gente que toma mucha historia se llena de rabia, de odio o de fantasías sobre alguna grandeza del pasado”.también me contó que su padre repetía una frase, “todo tiene dos caras, menos la sombra”, que se había convertido en el leitmotiv de sus obras. Pues bien, todo tiene dos caras, sí, pero ahora mismo vivimos tiempos con historia e historias, pero sin sol.

No quiero ofender a nadie porque en mi vida, a estas alturas, tampoco sobra nadie. No soy la única, tengo varios grupos de Whatsapp que deberían estar echando humo pero que se mantienen insólitame­nte silencioso­s, consciente­s de que entre los agregados los hay de todos los pelajes, como debe ser. No, lo que no debería ser es que nadie se atreva a citar aquello en lo que todos estamos pensando. Así que hablaremos del tiempo. Lo bueno, o lo malo, del tema es que no se trata de una mera conversaci­ón de ascensor, sino de una cuestión de enjundia, como se dice de algo cuando se quiere resaltar pomposamen­te su importanci­a.

Bombástica­mente, que diría el elemento de la generación Z que tengo en casa. Sí, el tiempo, el clima, es un tema bombástico, la amenaza de la que deberíamos estar hablando porque de ella depende nuestra Historia, así, en mayúsculas de futuro. Cuando llegue el tsunami, la gran ola que nos arrastrará, no hablará en ningún idioma. Los hablará todos.

No quiero ofender ni enfadar a nadie porque nadie sobra

en mi vida

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