El Rey ofrece su compromiso con la estabilidad institucional
Felipe VI pide a su heredera que actúe con “coraje, valentía y responsablidad”
“El compromiso con España debe ser permanente con espíritu de servicio, lealtad y responsabilidad”. El Rey evitó ayer, en el discurso que pronunció en la entrega de los premios Princesa de Asturias, toda referencia a la actual situación política derivada de los acontecimientos que se viven en Catalunya, para centrar su mensaje en la fortaleza del sistema democrático, encarnado en la estabilidad institucional y simbólico que encarna la continuidad de la Corona en la figura de su heredera, la princesa Leonor.
A su hija se dirigió el Rey cuando le recordó que su deber era actuar siempre “con coraje y valentía, creciendo en bondad y en ejemplaridad”, pero el mensaje podía extenderse a cuantos tienen entre sus funciones la del servicio público. Evitar las referencias coyunturales explícitas fue también una alusión implícita al deducirse que la intención del Rey no fue otra que centrar la atención en el orden constitucional y en la fortaleza de las instituciones.
En las palabras del jefe del Estado de ayer no hubo mensajes encriptados, ni alusiones veladas, mucho menos explícitas, ni a Catalunya, ni a la situación de inestabilidad política debido a la repetición de las elecciones. El bautizo y puesta de largo de Leonor en la vida oficial centró los últimos párrafos del discurso del Rey, los que habitualmente dedican a sus referencias más coyunturales, en ocasiones tan concretas como la que lanzó hace justo dos años, cuando, tras la celebración de la consulta del 1 de octubre, y su propio discurso dos días después, dijo textualmente que “Catalunya es y será parte esencial de España”. Fue también el año en el que recordó que “el inaceptable intento de secesión en una parte de su territorio nacional” debía resolverse “por medio de las legítimas instituciones democráticas, dentro del respeto a la Constitución y a los valores de la democracia parlamentaria”. El año pasado, con motivo de celebrarse el 40.º aniversario de la Constitución, el Rey apeló a la Carta Magna como marco de convivencia. La ausencia este año de toda referencia fue, en realidad, un llamamiento a la necesidad de recuperar los valores que encarnan los premios y los premiados: un compromiso con la justicia, la igualdad y la libertad.
En sus elogios a los premiados, también lanzó algunos avisos para navegantes. Al referirse a la ciudad polaca de Gdansk (premio Princesa de Asturias de la Concordia), el Rey pidió a su alcaldesa, Aleksanda Dulkiewicz, que transmitiera a los habitantes de la ciudad que “su afán de superación, su voluntad de reconciliación y el deseo de una vida libre, serena y pacífica, son un verdadero ejemplo”. También fue significativo su elogio al sociólogo Alejandro Portes (premio de Ciencias Sociales), estudioso de los movimientos de inmigración, al destacar los valores de la “integración y la convivencia”. Y, al hablar del premio de Comunicación y Humanidades concedido al Museo del Prado, el Rey lo reconoció como “símbolo de nuestra identidad y el mejor ejemplo de cómo el arte y la cultura nos ayudan ser mejores ciudadanos”. Mensajes humanistas en tiempos de convulsión y caos.
Pero además de los premiados, la princesa de Asturias fue también protagonista. El Rey utilizó su presencia por primera vez en el escenario del teatro Campoamor para dirigirse a las generaciones más jóvenes ante las que, dijo, “tenemos la obligación de dejarles un mundo mejor y de ayudarles a construirlo” Y continuó recordando que quienes tienen la responsabilidad de liderar la sociedad también tiene la responsabilidad de “fomentar el espíritu crítico, el deseo de verdad y la capacidad de preservar los valores profundos y perennes de la cultura y el humanismo”.
Dirigiéndose a la princesa Leonor, el Rey le pidió que piense en todo lo que significa la ceremonia y el mensaje que los premios, y la personalidad de los premiados, lanzan al mundo. Al recordar a su “querida hija” su compromiso personal e institucional con España que “deberás renovar permanentemente con dedicación, espíritu de lealtad y responsabilidad, siempre con humildad, y consciente de tu posición institucional”, para hacer de la Corona “día a día, una referencia de servicio a nuestro país, que es lo que esperan los ciudadanos”.
En este sentido, el Rey ha reiterado a su hija que “la obligación de servir a España y a los españoles” debe ser “el mayor orgullo y el máximo honor” que pueda alcanzar .
En la recta final de su discurso, el Rey ha querido transmitir a sus hijas y a toda su generación un mensaje de confianza basado en el ejemplo de la vida y la obra de los premiados por su “entrega a las causas más nobles, su amor por la solidaridad y por la libertad y su nobleza de espíritu”.