La Vanguardia

Una semana interminab­le

- Màrius Carol Director

No ha sido la Semana Trágica, aunque hay elementos comunes. Este diario publicó ayer una fotografía de Barcelona con columnas de humo ascendiend­o, que era casi un calco de un grabado que se publicó hace 110 años. Pero no sólo sus barricadas, las piedras sembrando las calles o los incendios de mobiliario nos remiten a ese otro momento de la historia. También la sorpresa de los catalanist­as moderados (y actualment­e de muchos independen­tistas tranquilos), que no entendían cómo la urbe podía arder día tras otro por los cuatro costados. Entonces vino a enredar a la metrópoli Alejandro Lerroux coincidien­do con el embarque de tropas a Marruecos y ahora han llegado grupos anarquista­s del sur de Europa para apuntarse a la fiesta de la respuesta callejera a la sentencia del 1-O. Sin embargo, eso no resta responsabi­lidad a sectores radicales del independen­tismo, perfectame­nte identifica­dos, y a grupos de jóvenes inexpertos que sienten estar haciendo historia. En cualquier caso, eso daña la imagen del independen­tismo pacífico, este que no rompía un cristal y no tiraba un papel al suelo. La factura de la revuelta supera los dos millones y aún no ha acabado.

Barcelona, al anochecer, se parece a la ciutat cremada. “El pollastre de collons” del que habló Carles Puigdemont está más cerca. En el fondo, hay quien aspira a que el caos vaya a más y las llamas suban a lo alto para que se aplique el 155, lo que le devolvería al inquilino de Waterloo todo el protagonis­mo. Sin un president en el Palau de la Generalita­t, todas las miradas convergerí­an en él, que relanzaría su poco relevante Con sellper la República y convocaría la Assemblea deCàrrec sE lect esa modo de parlamento expatriado.

Pedro Sánchez cree que podrá gestionar esta crisis sin soluciones maximalist­as. Es consciente de que con Quim Torra no tiene nada que hablar, pero ha conversado con el vicepresid­ente Pere Aragonès. Otra cosa es cómo está afectando la revuelta a las expectativ­as electorale­s. La espectacul­ar subida de Vox que prevén las últimas encuestas los sitúa como tercera fuerza y no augura nada bueno. Gaziel escribió sobre la

Semana Trágica que la gente se preguntaba “què fan les autoritats?”. Ahora vuelven a preguntárs­elo. El problema es que algunos han renunciado a ser autoridad aunque se mantengan en el cargo.

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