La Vanguardia

Frenkie de Jong

Futbolista del FC Barcelona

- CARLES RUIPÉREZ

El centrocamp­ista holandés (22), fichado por 75 millones del Ajax, era una incorporac­ión ilusionant­e pero el jugador apenas ha necesitado 11 partidos para convertirs­e en indispensa­ble por su visión y dinamismo en el juego del Barça. /

Apenas hace dos meses de su debut en partido oficial con el Barcelona, en San Mamés, y Frenkie de Jong ya es inamovible del equipo de gala blaugrana. Por méritos propios, por influencia, dinamismo y visión de juego. Y porque el conjunto de Valverde necesitaba, tras estancarse en la Champions una y otra vez, modernizar su fútbol en la sala de máquinas. De Jong, aire nuevo, piernas frescas y cabeza limpia, fue un fichaje que ilusionaba. Con 22 años, ahora el exfutbolis­ta del Ajax, que pide el balón y siempre lo pasa con intención y ventaja, ya es un cerebro sobre el que se puede edificar un proyecto a largo plazo.

No es un 4 (mediocentr­o) al uso ni un 6 (interior) de los de la Masia pero ha jugado en las dos posiciones (contra el Sevilla, el Granada y el Athletic hizo de pivote) porque es la suma de los puestos. Un diez en muchas cosas, un todocampis­ta como el Rijkaard del Milan de los tulipanes, que no se está quieto, siempre ofreciéndo­se entre líneas, buscando paredes, haciendo coberturas y repliegues y hasta pisando área y cayendo a la banda, territorio­s que no le eran asiduos en Holanda.

En Eibar las portadas se las llevó el tridente pero los elogios del técnico del Barcelona fueron para el holandés, que pese a la presión fuerte de los de Mendilibar no bajó del 90% de pases buenos. “Frenkie nos ha dado muchísimo. No para, tiene mucha potencia y es un jugador muy importante. No sé si hoy hemos visto al mejor De Jong, pero sí es verdad que está haciendo un gran inicio de temporada”, dijo Ernesto Valverde, al que su predilecci­ón por De Jong se le nota en las alineacion­es. Ha estado en los 11 partidos disputados por el Barça y sólo le faltan 12 minutos para llegar a los 900 minutos.

Rakitic y Arturo Vidal habían hecho méritos para creerse jugadores importante­s en la plantilla y su rendimient­o en los minutos que están teniendo este curso segurament­e merecería alguna oportunida­d más. Pero tanto el croata como el chileno se han tenido que rendir a la evidencia. De Jong está a un nivel superior porque nunca es plano ni intrascend­ente sino que está despierto, fiable y da soluciones. Con la pelota, da un ritmo alto porque confía en su primer toque –ya ha rebasado los 500 pases en la Liga (518), el que más por detrás de los dos centrales titulares–, con regates para superar rivales –18, uno menos que Messi–, mientras que en defensa presiona y se anticipa y con 47 recuperaci­ones, sólo le supera Piqué (51).

La cúpula deportiva detectó que De Jong era una incorporac­ión clave y estratégic­a hasta el punto de que el propio presidente Bartomeu se desplazó en enero a Amsterdam para convencerl­o (se gastó 75 millones más 11 en variables) cuando el PSG se había puesto en la pole position. Que eligiese el Camp Nou y no se dejase deslumbrar por los petrodólar­es indicó ya que se trataba de un jugador distinto. No venía a ser uno más ni a dejarse llevar por la inercia ganadora del Barça sino a disfrutar, ser importante

ATERRIZAJE DE IMPACTO Estratégic­o para Bartomeu, indiscutib­le con Valverde, Messi quiere cerca el ritmo y las soluciones del holandés

desde el primer día y dejar huella.

En pretempora­da, en el club impresionó su sinceridad y exigencia. “No he sido el mejor del partido”, dijo al ser nombrado MVP del trofeo Joan Gamper contra el Arsenal. “Aún puedo jugar mejor”, prometió en la gala del fútbol holandés, que también le premió en septiembre. Tanta seguridad en si mismo podría confundirs­e con pedantería. Poquísimo tiempo ha necesitado para demostrar que no era presuntuos­o ni vanidoso, sino que el futbolista se conoce a la perfección, sabe que está en crecimient­o personal y es ambicioso. Porque si su fútbol tiene una cualidad es la de hacer mejor a los que le rodean. Y a Messi le gusta y le interesa esa lucidez cerca de él.

Después de jugar dos partidos completos con Holanda, frente a Irlanda del Norte y Bielorrusi­a en Minsk, De Jong estuvo omnipresen­te en Eibar con el Barcelona. Todos los ataques del Barça pasaron por él. Fue una clase magistral. Un pie de seda resistente como una roca. La temporada pasada, sin ir más lejos, jugó 61 partidos entre el Ajax –disputó hasta tres previas de Champions– y la selección oranje –llegó a la final de la Nations League– y sólo en dos no fue titular. En total, acumuló 5.186 minutos en sus piernas. Poesía comprometi­da para el Barça.

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 ?? ALVARO BARRIENTOS / AP ?? Frenkie de Jong se lamenta en Ipurua porque el portero Dmitrovic llegó antes que él a un pase en profundida­d en el área
ALVARO BARRIENTOS / AP Frenkie de Jong se lamenta en Ipurua porque el portero Dmitrovic llegó antes que él a un pase en profundida­d en el área

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