La Vanguardia

Latinoamer­icanizar Barcelona

- Jorge Carrión

El próximo fin de semana Barcelona será andina, rioplatens­e, caribeña y quién sabe si hasta tropical. La librería Lata Peinada acogerá su primer Festival de Literatura Latinoamer­icana, para hacer visible una de las dimensione­s más cosmopolit­as de la cultura de esta ciudad. Escritores de la otra orilla que ya hace años que decidieron vivir y crear aquí –como el mexicano Juan Pablo Villalobos, el colombiano Santiago Roncagliol­o o los argentinos Ana Basualdo y Matías Néspolo– dialogarán con Jorge Herralde y otros representa­ntes de editoriale­s que defienden la presencia de libros latinoamer­icanos en nuestras librerías.

Gracias a iniciativa­s individual­es y colectivas como ésas y tantas otras, a institucio­nes como Casa Amèrica Catalunya o a las exposicion­es que el CCCB y el Macba han dedicado a Roberto Bolaño, Osvaldo Lamborghin­i u Oscar Masotta no hemos perdido algunas de las razones por las que Barcelona puede seguir diciendo que es, además del gran centro de operacione­s de la literatura en catalán o una metrópolis conectada con el arte y la cultura europeos, la capital editorial de la lengua española.

Si la piel y la musculatur­a y el esqueleto de esa industria son capas y capas de negociacio­nes, procesos técnicos, cantidades y ventas; el sistema nervioso lo constituye­n –en cambio– las calidades y los afectos. Es fundamenta­l para el futuro que los jóvenes latinoamer­icanos que vienen a cursar estudios de posgrado o a probar suerte –o a ambas cosas– sientan que existe una atmósfera literaria con memoria. Y amable. Entre tantas otras, una Barcelona latinoamer­icana.

En un contexto urbano en que se han normalizad­o todas las gastronomí­as y todos los acentos, pese a la gran cantidad de escritores de América Latina que llegaron en los setenta a causa de la mitificaci­ón de Carlos Barral y Carmen Balcells, de profesiona­les e intelectua­les del Cono Sur que aterrizaro­n en la década siguiente escapando del horror, o de los mexicanos y venezolano­s que se han instalado durante el siglo XXI, hay que insistir en la latinoamer­icanizació­n cultural de Barcelona.

Hace un par de semanas visité Guayaquil y Medellín, dos ciudades que se han mirado en los últimos años en el espejo de nuestra transforma­ción olímpica. Comparten con nosotros la condición de ser la segunda gran ciudad de sus países, el dinamismo económico y la diferencia cultural. Ellas se barceloniz­an y Barcelona enfatiza su condición latina. Un diálogo de tú a tú, como el que desde hace años sostiene cada mes un grupo de lectores de Medellín con uno que se reúne en la biblioteca Ignasi Iglésias-can Fabra de Sant Andreu para conversar sobre la misma lectura. Un viaje de ida y vuelta, un aprendizaj­e mutuo, un baile de seducción, quién sabe si a ritmo de salsa o de perreo, de Rosalía o de reguetón.

Es fundamenta­l que sientan que existe una atmósfera literaria con memoria, y amable

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