La Vanguardia

“El primer sorprendid­o de que me eligieran fui yo”

Juan Carlos Martel, director del Teatre Lliure

- JUSTO BARRANCO

Juan Carlos Martel (Barcelona, 1976) fue nombrado en enero director del Teatre Lliure tras la polémica marcha de Lluís Pasqual. Martel venció inesperada­mente en el concurso convocado al puesto y sorprendió aún más cuando presentó su primera programaci­ón, con una fuerte apuesta por las compañías jóvenes que han emergido en masa en la última década en Catalunya, en vez de por los grandes nombres de la escena local.

¿Cómo vivió lo que sucedió con Lluís Pasqual, de quien fue ayudante unos años?

Yo no estaba ya en el Lliure ni en Barcelona, estaba trabajando en Florencia. Lo viví como espectador. A Pasqual se le acababa el contrato, hubo una polémica en las redes sobre si se debía limitar la permanenci­a en el cargo, luego él anunció que continuaba cuatro años más y llegó la bomba de la actriz, Andrea Ros. Él marcha porque siente que ha perdido la confianza de los trabajador­es de la casa. Eso sumado a unos tiempos políticame­nte convulsos crea un cóctel molotov que hace que no se sienta a gusto. Pero es indiscutib­le el trabajo que ha hecho, los números de ocupación son los mejores de la historia del Lliure.

¿Le supo mal la situación?

Firmé apoyándole. No entendía la imposibili­dad de diálogo. Sólo se producía mediante las redes. Si tienes un problema con una persona y sobre todo en este sector que nos conocemos todos, coges el teléfono, llamas y hablas.

¿Imaginó entonces que podía acabar dirigiendo el Lliure?

No. Entonces resultaba difícil pensar cuál podía ser la continuida­d del Lliure. Quien sale perdiendo de una crisis así siempre es la institució­n.

¿Por qué acudió al concurso?

A veces en la vida sientes un ahora o nunca. Yo decidí un ahora. Envié mi programa dos horas antes de cerrarse el plazo. Pero seguía las polémicas y pensaba que no tendría ninguna posibilida­d.

¿Porque no era una mujer?

Sí. El primer sorprendid­o al ser elegido fui yo. Pero me presenté porque quiero mucho al Lliure y no quería que le hicieran daño. Quise presentar un programa que hiciera que el elegido fuera igual o superior a lo que yo quería. Me presenté por amor a un teatro y para mantener la independen­cia de su fundación respecto a las institucio­nes, para mantener su nivel artístico y sobre todo por un compromiso y responsabi­lidad social porque entiendo el teatro como un motor de cohesión.

¿Pensó que las institucio­nes podían controlar el Lliure?

Sí. La mayoría de aportacion­es son suyas. Por suerte, es una fundación privada donde manda un patronato que sabe guiar la nave y tiene experienci­a en tiempos de crisis.

¿Temió que se le identifica­ra como la continuida­d de Pasqual?

No tenía miedo, se me identificó desde el nombramien­to como continuist­a. He sido su ayudante y he aprendido mucho, cosas que me pueden ayudar y otras que sé que no me ayudarán nunca. Como todos.

¿Se acabó la sensación de continuism­o cuando presentó su programa, un volantazo radical?

No veo la programaci­ón del todo así, aún falta por presentar el segundo semestre y tocaremos muchas más teclas. La cultura se amplía a partir de los márgenes y es lo que intentarem­os hacer. No es un volantazo, es una ampliación. La sociedad es mucho más diversa y queremos reflejarlo en la programaci­ón.

¿Ampliar hacia dónde?

Hay tres vectores: el educativo, el social y el cultural. Han de trabajar conjuntame­nte. No debería haber ningún proyecto dentro de la programaci­ón en el que no estuvieran los tres. Y se han de unir en el proceso creativo, el escenario y la platea.

¿Veremos más teatro social?

Hemos de ver teatro con mayúsculas. Si algunas obras son como hasta ahora se entendía la tradición teatral, un texto clásico con un director y actores conocidos, si tiene calidad y contenido a compartir, se hará. Si ese proyecto tiene apoyo educativo y social, se hará. Si existe un proyecto de teatro comunitari­o, también.

Ha hecho una puesta fuerte por las compañías jóvenes. ¿Por qué? Este teatro fue fundado por un grupo de gente con 25 años de media de edad y hoy hay compañías como La Calòrica que en una década no han podido pisar un teatro público. Y hemos de dar espacio a los jóvenes para saber lo que piensan y poder transmitir­lo, hemos de ser un puente entre el siglo XX y el XXI. O comenzamos a hablar los lenguajes de los más jóvenes o habrá una franja de edad que costará que venga.

¿Cómo han recibido los abonados del teatro su programaci­ón?

Había 2.600. Mil son fieles. Son muchos. También hay radicales a los que no les ha gustado nada este primer semestre y otros que esperan a conocer toda la programaci­ón del año, nos han dado su confianza pero aún no han elegido entradas.

¿Del total habría 1.600 abonados en el limbo?

Habría un tercio.

“No entendí la imposibili­dad de diálogo en la polémica que vivió Pasqual”

“Ha habido abonados a los que no les ha gustado nada este primer semestre”

 ?? MANÉ ESPINOSA ?? Juan Carlos Martel fotografia­do en el vestíbulo del Teatre Lliure de Montjuïc
MANÉ ESPINOSA Juan Carlos Martel fotografia­do en el vestíbulo del Teatre Lliure de Montjuïc

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