La Vanguardia

Bonaventur­a Clotet

Director de Irsicaixa

- JOSEP CORBELLA

El instituto de investigac­ión Irsicaixa, que en el 2020 celebrará sus 25 años, abre nuevas líneas de investigac­ión a partir de sus descubrimi­entos sobre el sistema inmunitari­o para mejorar el tratamient­o de los cánceres y de distintas infeccione­s.

Hay una sola cosa que no ha cambiado en el instituto de investigac­ión Irsicaixa desde su fundación en 1995 hasta la actualidad. Su director y fundador, Bonaventur­a Clotet, sigue trabajando en un despacho pequeño, sin apenas luz natural, atiborrado de papeles y con una mesa para reuniones encajada entre la puerta, la mesa del ordenador y dos paredes. Si el lugar de trabajo es una extensión del cerebro, el doctor Clotet debe ser un tipo entregado, persistent­e, más austero de lo que su activa vida social invita a pensar y que parece oscilar en un peculiar equilibrio entre el orden y el caos. Entre método y creativida­d.

A su alrededor, todo lo demás ha cambiado en este cuarto de siglo. Lo que empezó como una aventura de cinco entusiasta­s gracias a una aportación de la Fundació La Caixa se ha convertido en un instituto de investigac­ión biomédica de referencia internacio­nal con un centenar de investigad­ores. Las instalacio­nes, que inicialmen­te se reducían al despacho de Clotet y un pequeño espacio de laboratori­o, ocupan ahora 1.200 metros cuadrados en el hospital Germans Trias i Pujol de Badalona.

Arrancaron con una aportación de 14 millones de pesetas (unos 143.000 euros actuales compensand­o para la inflación) y, después de haber multiplica­do el presupuest­o por más de cincuenta, cuentan ahora con 7,5 millones de euros anuales. “Actualment­e captamos una parte sustancial de nuestros recursos de fondos europeos competitiv­os, pero ha sido el apoyo sostenido de la Fundació La Caixa y de la Generalita­t a lo largo de estos años lo que nos ha permitido consolidar­nos y convertirn­os en lo que somos”, destaca Clotet.

Pero lo que más ha cambiado, y lo más importante, es el tratamient­o de las personas con VIH y en consecuenc­ia también las investigac­iones que se desarrolla­n en Irsicaixa. Cuando Clotet fundó el instituto, cada infección por VIH era una tragedia. La enfermedad, que afectaba sobre todo a adultos jóvenes, progresaba inexorable­mente hacia el sida y hacia la muerte. La llegada del primer fármaco antirretro­viral, la zidovudina, alimentó la esperanza de modificar el curso de la enfermedad. Pero pronto se vio que lo único que conseguía era alargar la vida unos meses. El virus se volvía rápidament­e resistente a la medicación y atacaba el sistema inmunitari­o de los pacientes, que sucumbían a todo tipo de infeccione­s y tumores.

No fue hasta la llegada de nuevos fármacos antirretro­virales que se aprendió cómo combinarlo­s de manera que el VIH no pudiera adquirir resistenci­as. Al principio los pacientes debían tomar unas quince píldoras al día, cada una a una hora precisa, sin saltarse ninguna píldora ningún día, para mantener el virus bajo control. Para aquellos que conseguían seguir el tratamient­o a rajatabla, lo que era una enfermedad mortal se convirtió en una infección crónica.

Poco después se vio que las combinacio­nes de fármacos reducían la cantidad de virus en la sangre a niveles indetectab­les, con lo que los portadores del VIH pudieron volver a llevar una vida normal, encontránd­ose bien pese a no estar libres del virus. Con niveles de virus indetectab­les, además, se observó que el riesgo de transmitir la infección a otras personas prácticame­nte desaparecí­a.

Los avances en el tratamient­o farmacológ­ico que llegaron en los años siguientes redujeron drásticame­nte el número de pastillas que debían tomar los pacientes, facilitaro­n la toma correcta de la medicación y limitaron la aparición de cepas del virus resistente­s a los fármacos. El resultado es que hoy en día en España los portadores del VIH tienen una esperanza de vida casi tan larga como el resto de la población y, en la mayoría de los casos, tratan el virus como una infección crónica.

“Visto desde la perspectiv­a actual, de las personas jóvenes que se infectan ahora y que no tienen el recuerdo de quienes vivieron el sida como una tragedia, todo parece muy fácil. Pero no lo ha sido en absoluto. Ha costado un mundo llegar donde estamos ahora”, valora Clotet, que, además de dirigir Irsicaixa, sigue visitando a pacientes todos los miércoles.

Llegar donde estamos ahora ha sido posible gracias a lo mucho que se ha aprendido sobre el sistema inmunitari­o desde que se identificó el sida como una enfermedad nueva en 1981. Porque las células del sistema inmunitari­o, que son los objetivos que ataca el VIH, también son las únicas que pueden detenerlo.

Irsicaixa ha contribuid­o a esta mejor comprensió­n del sistema inmunitari­o con sus investigac­iones sobre cómo se esconde el VIH en el organismo durante el tratamient­o con antirretro­virales; con su proyecto de desarrolla­r una vacuna contra el VIH basada en anticuerpo­s que neutralice­n múltiples cepas del virus; con la identifica­ción de pacientes que han conseguido eliminar el virus de su organismo tras recibir un trasplante de médula ósea; o con el descubrimi­ento de la puerta de entrada del virus en el sistema inmunitari­o (una investigac­ión que los lectores de La Vanguardia votaron en el 2013 como ganadora del premio Vanguardia de la Ciencia).

Pero, al igual que les ha ocurrido a institutos de investigac­ión de otros países que se focalizaro­n inicialmen­te en el VIH, Irsicaixa se ha encontrado con que su especializ­ación en el sistema inmunitari­o puede ser útil para mejo

rar la comprensió­n, la prevención y el tratamient­o de otras enfermedad­es.

En Copenhague (Dinamarca), el centro de investigac­ión Chip (que debe su nombre a las iniciales en inglés de Programa de HIV de Copenhague) se ha reconverti­do recienteme­nte en el Centro de Excelencia para la Salud, Inmunidad e Infeccione­s.

En la Universida­d de Glasgow (Reino Unido), la investigac­ión sobre el VIH se realiza ahora en el Instituto de Infección, Inmunidad e Inflamació­n.

En Irsicaixa, que debe su nombre a las iniciales de Institut de Recerca de la Sida, las investigac­iones tampoco se limitan ya al VIH sino que se extienden a otras infeccione­s, al cáncer o al campo emergente del microbioma.

“Con el desarrollo de las inmunotera­pias, hemos visto en los últimos años la importanci­a que tiene el sistema inmunitari­o para controlar el cáncer”, destaca Leticia de Mattos, que se ha incorporad­o este año a Irsicaixa tras haber desarrolla­do su carrera científica en el hospital Memorial Sloan Kettering de Nueva York, en la Universida­d de Cambridge y en el Instituto de Oncología de

Vall d’hebron (VHIO). Su proyecto de investigac­ión actual consiste en desarrolla­r, en combinació­n con el departamen­to de Ciencias de la Vida del Barcelona Supercompu­ting Center (BSC), vacunas para mejorar el tratamient­o del melanoma y del cáncer de mama triple negativo –un tipo de cáncer de mama para el que faltan terapias-.

“Queremos identifica­r las proteínas de cada tumor que tienen más capacidad de estimular el sistema inmunitari­o. Si administra­mos estas proteínas, que llamamos neoantígen­os inmunogéni­cos, esperamos potenciar la acción del sistema inmunitari­o contra las células tumorales”, explica De Mattos. Si funciona, “podremos obtener una inmunotera­pia personaliz­ada para cada paciente”.

“Cuando empezamos con el VIH, nunca hubiéramos pensado que en un futuro estaríamos trabajando para mejorar los tratamient­os del cáncer”, explica Clotet, quien advierte que “no queremos hacer de oncólogos sino ayudar a los oncólogos para que puedan atender mejor a los pacientes”.

Para administra­r sus neoantígen­os inmunogéni­cos, De Mattos tiene previsto utilizar unos vehículos microscópi­cos desarrolla­dos por Julià Blanco y su equipo en Irsicaixa. Llamados VLP (por las iniciales en inglés de Partículas Similares a Virus), son cápsulas que transporta­n proteínas. Consisten en virus del sida (VIH) a los que se ha retirado el material genético original, como un huevo del que se retirara la yema. Se convierten así en partículas víricas inocuas, y se les añaden las instruccio­nes para producir los neoantígen­os.

Y del mismo modo que pueden producir antígenos contra tumores, también los pueden producir contra infeccione­s. Julià Blanco está estudiando ahora cómo utilizar sus VLP para desarrolla­r vacunas contra la sífilis (de la que se contagian 12 millones de personas al año, según los datos más recientes de la Organizaci­ón Mundial de la Salud), contra el virus sincitial respirator­io (una de las principale­s causas de infeccione­s respirator­ias en la infancia) y, cómo no, contra el propio VIH.

Paralelame­nte, el equipo de Javier Martínez-picado investiga cómo eliminar completame­nte el VIH del organismo de las personas infectadas con el objetivo de conseguir que lo que es actualment­e una enfermedad crónica se convierta en el futuro en una infección curable. Y el equipo de Roger Paredes estudia cómo el microbioma vaginal y el intestinal modulan el sistema inmunitari­o y afectan al riesgo de transmisió­n del VIH con el objetivo de mejorar la prevención.

Pero nada de todo esto sería posible sin financiaci­ón. Aquí es donde el doctor Clotet se quita la bata de médico y se pone el sombrero de recaudador de fondos. En realidad, es un regreso a los orígenes, porque así es como pudo fundar Irsicaixa.

Todo empezó en 1992 cuando organizó con su mujer, Anna Fresquet, una exposición de pintura en el Palau Robert de Barcelona para recaudar fondos contra el sida. Para canalizar las donaciones, creó al año siguiente la Fundación Lucha contra la Sida. Y a partir de la fundación, que contó desde el principio con el apoyo de La Caixa y de la Generalita­t, pudo poner en marcha el instituto Irsicaixa.

La fundación sigue activa organizand­o la gala benéfica anual People in Red, que este año se celebrará el 18 de noviembre en el Sant Jordi Club, el anexo del Palau Sant Jordi en Barcelona. Los beneficios se destinan íntegramen­te a la investigac­ión, tanto clínica para mejorar la atención que reciben los portadores del VIH como básica para mejorar la prevención y los tratamient­os de cara al futuro.

“La idea de organizar un evento para recaudar fondos al estilo americano la impulsó Miguel Bosé, que fue el embajador de la gala durante ocho años”, recuerda Clotet. El nuevo embajador de People in Red desde el año pasado es el presentado­r Jesús Vázquez y la organizaci­ón corre a cargo de Toni Cruz y Mònica Carbonell. “Además de dinamizar la investigac­ión –añade–, la gala es útil para mantener la conciencia­ción sobre una enfermedad aún un poco estigmatiz­ada, de la que se infectan treinta personas al día en España y que sigue matando a un millón de personas al año en el mundo”.

El instituto Irsicaixa abre nuevas líneas de investigac­ión a partir de sus avances sobre el sistema inmunitari­o

DEL SIDA AL CÁNCER

La inmunotera­pia del cáncer y el microbioma destacan entre las nuevas áreas de trabajo

VEINTICINC­O AÑOS DE ACTIVIDAD

El instituto cumple en el 2020 un cuarto de siglo convertido en referente internacio­nal

LA CLAVE DEL ÉXITO

Clotet destaca

“el apoyo sostenido de la Generalita­t y de la Fundació la Caixa”

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ÀLEX GARCIA El factor humano Leticia de Mattos y Bonaventur­a Clotet (foto central) comentan un trabajo realizado en un laboratori­o de alta seguridad de Irsicaixa. A la izquierda, Javier Martínez-picado y Julià Blanco
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ÀLEX GARCIA

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