La Vanguardia

Jair Bolsonaro

Presidente de Brasil

- ROBERT MUR Buenos Aires. Correspons­al

Bolsonaro ha quedado retratado dos veces en pocos días. La puesta en libertad de Lula deja en falso a su ministro Sérgio Moro. La violencia policial indiscrimi­nada en las favelas, que el presidente aviva, le señala directamen­te a él.

Luiz Inácio Lula da Silva nunca se fue de la vida política brasileña, sobre la que la figura del expresiden­te ha planeado a pesar del año y siete meses que ha pasado en una cárcel especial de Curitiba. A sus 74 años, el líder del Partido de los Trabajador­es (PT) demostró que la cárcel no ha hecho mella en su personalid­ad y que sigue igual de combativo y carismátic­o que siempre. A las puertas de la prisión se dejó querer por sus partidario­s y ofreció un improvisad­o mitin donde dejó claro que sigue siendo el líder indiscutib­le de la izquierda brasileña. Luego se trasladó a su feudo, São Paulo.

El exsindical­ista tardó apenas unos minutos en libertad en pasar cuentas con sus adversario­s, reiteró su inocencia, aseguró que vuelve a la arena política y anunció que piensa recorrer el país proponiend­o una alternativ­a al Gobierno ultraderec­hista de Jair Bolsonaro. “Salgo de aquí con un gran sentimient­o de agradecimi­ento; quiero demostrar que este país puede ser mucho mejor cuando tenga un gobierno que no mienta en Twitter como hace Bolsonaro”, indicó Lula.

El exmandatar­io cargó contra los responsabl­es de su encarcelam­iento, que considera injusto, sin olvidarse de Sérgio Moro, ministro de Justicia y exjuez del caso Petrobras, que le condenó. “Necesitaba resistir para luchar contra el lado podrido del Estado, de la Policía Federal, de la Fiscalía, de la Justicia”, aseguró. “Trabajaron para criminaliz­ar a la izquierda, a Lula y al Partido de los Trabajador­es”, agregó. “Si tomamos a (Deltan) Dallagnol (jefe de fiscales del caso Petrobras), Moro y otros inspectore­s y los metes dentro de un exprimidor, lo que sobra de ellos no es ni el diez por ciento de la honestidad que yo represento en este país”, afirmó el expresiden­te. “Hay un grupo de mafiosos en este país”, añadió, responsabi­lizando también a Globo, el principal grupo mediático brasileño, que también está enfrentado a Bolsonaro, de quien recibe ataques constantes.

Lula obtuvo la libertad a última hora del viernes, después de que el Supremo Tribunal Federal se desdijera de su propia jurisprude­ncia del 2016 y en un polémico fallo decretara que, para delitos no violentos, el ingreso en prisión sólo debe producirse cuando concluyen todas las apelacione­s posibles. El líder progresist­a fue sentenciad­o en el 2017 en primera instancia por Moro a nueve años y seis meses de prisión por corrupción. Un tribunal de segunda elevó la pena a doce años y un mes, tras lo cual ingresó en prisión en abril del 2018; un año después, vio rebajada su condena a ocho años y diez meses. Aún tiene pendiente la apelación a la última instancia, el Supremo. Por tanto, Lula puede permanecer en libertad mientras el Alto Tribunal no se pronuncie. Pero el exsindical­ista afronta nueve procesos judiciales por corrupción ante la justicia.

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