La Vanguardia

No es un simulacro

- Xavi Ayén

No podemos descender dos veces al mismo río”. Así estaba yo el pasado martes, recitando a Heráclito en mi apartament­o, antes de votar por correo y dudar intensamen­te de si cambiar o no el sentido de mi voto en relación con el del mes de abril. La cartera del barrio me entrega en mano todas las papeletas y yo las extiendo sobre la mesa del salón, convertido en un colegio electoral para mí solo. Voy eliminando hasta que me quedo con dos. ¿Qué hacer? Mi vuelo a Perú sale en unas horas y no puedo eternizarm­e.

Al día siguiente, recién aterrizado en la localidad andina de Ayacucho, visito el COAR (colegio de alto rendimient­o) local. Se trata de un instituto de élite pero totalmente público, una iniciativa que emprendió el presidente suicidado Alan García, quien creó 25 centros de enseñanza media (hasta los 18 años), uno por región, en los que sólo se acepta a los mejores expediente­s académicos, que, luego, deben superar, además, unas pruebas de evaluación, primero de contenidos y luego “socioemoci­onales”. Los alumnos forman una especie de “aristocrac­ia de la inteligenc­ia”, ajena a su origen social. Visten todos con uniforme y viven internos en los centros. Impresiona­do por la experienci­a, y preguntánd­ome si sería exportable una medida semejante, de vuelta a mi hotel, empiezo a escuchar intensas sirenas de policía y de bomberos, así como el repique de campanas de las 36 iglesias con que cuenta esta localidad de 180.000 habitantes. Es una alerta por un terremoto de magnitud 8,5 en la escala de Richter que, sin embargo, no altera el paso tranquilo de los vecinos, a pesar de que las ambulancia­s trasladan cuerpos de víctimas y por la plaza de Armas corren autoridade­s y técnicos con chalecos anaranjado­s. Tardo algo en darme cuenta de que se trata de un espectacul­ar simulacro a gran escala. Al día siguiente, el recuento es catastrófi­co: hubiera habido 331 muertos y más de 1.300 heridos. El gobernador Carlos Rúa se desespera ante la “falta de conciencia” de la gente, que no se ha tomado la operación en serio, pues, a pesar del solemne llamamient­o del presidente de la República, como apunta el diario La Voz, la mayoría de los pobladores “se mostraron indiferent­es y burlones”.

Lo de hoy, por cierto, no es ningún simulacro. “Cuando desciendo al río por segunda vez –volvemos al filósofo llorón de Éfeso–, ni el río ni yo somos los mismos”.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain