Canarios enjaulados
Si la democracia fuera una mina de carbón, los periodistas seríamos los canarios, los primeros en caer muertos si aparece gas metano. La metáfora es cursi, pero muy gráfica. La prensa libre, la libertad de expresión, es uno de los indicadores más claros de la salud democrática de un país, y somos los primeros en caer si pintan bastos. Los últimos meses hemos visto a periodistas insultados, molestados, escupidos o agredidos mientras trabajan por parte de aquellos a los que no les gusta lo que dicen o su medio. Ha habido linchamientos en redes sociales y periodistas señalados con nombre y apellidos en carteles colgados por las calles. Y, esta misma semana, un partido político con buenas perspectivas electorales ha vetado a los profesionales de un grupo de comunicación. Que lo haya hecho una formación de extrema derecha con tics autoritarios como Vox no lo hace menos peligroso, sobre todo por la tibia reacción política, institucional y social.
No me dejo arrastrar por el corporativismo. Hace más de tres décadas que trabajo como periodista, y las críticas o los insultos van incorporados con la profesión. Merecidas o no, las descalificaciones o incluso la tirria que algunos sienten por nosotros pueden estar incluso justificadas por el comportamiento poco ético de algunos compañeros que, como pasa en otras profesiones, nos manchan a todos. Pero la forma de combatir lo que no nos gusta es, justamente, más periodismo. Desenmascarar a los que se aprovechan de la prensa libre para mentir y manipular es también nuestro trabajo. Han aparecido empresas de fact checking (comprobación de datos) que señalan las trolas difundidas por periodistas, y algunos medios han destapado cómo otros se inventan falsos reporteros para firmar sus manipulaciones.
Hay una parte de responsabilidad nuestra en este ambiente de hostilidad entre la verdad y la noticia. Desde hace bastantes años, muchos compañeros y sus medios han decidido abrazar diversas banderas. Por oportunismo o supervivencia económica, han querido vender como informaciones ecuánimes redactados totalmente partidistas. Periodistas que firmaban crónicas informativas se convierten después en hooligans en las redes sociales o haciendo de tertulianos. Yo he notado más de un empujón para intentar hacerme caer en una trinchera. Como digo a menudo, ante un micrófono no tengo ni padre ni madre y sólo me debo a la verdad, sin adjetivos. No disparen contra los canarios, sólo cuando quieran disfrazarse de loros pintándose las plumas.
El comportamiento
poco ético de algunos compañeros nos mancha a todos