La Vanguardia

Toda la esperanza en un ensayo

Sara logra entrar a los 4 años en las pruebas de una terapia génica para su enfermedad incurable

- ANA MACPHERSON

Ha sido una tremenda carrera de obstáculos librada en apenas seis meses. “Te la juegas ante cada requisito del ensayo. No poder entrar es quedarte en el limbo y esperar con mucha fe avances en el mundo”, resume Marcos Hernando, padre de Sara, una niña de 4 años con un diagnóstic­o de síndrome de Sanfilippo, nombre concreto de una mucopolisa­caridosis. La MPS III-A para los que la conocen, también llamada el alzheimer de los niños. Genética, neurodegen­erativa, devastador­a y, de momento, incurable. Entrar en un ensayo es la ventana, la única, de esperanza hoy por hoy.

En septiembre, en el hospital de París donde se ocupan de su parte del ensayo mundial, Sara recibió la terapia génica con un robot quirúrgico. Durante cuatro horas le inyectaron en el cerebro un medicament­o que a través de un virus se pretende que se inserte en sus neuronas para que estas sean capaces de normalizar la acción de una enzima que falla en su caso. Esa enzima que falla se ocupa de expulsar de las células los depósitos tóxicos que se acumulan e intoxican su cerebro.

Es la séptima paciente del mundo que participa en este ensayo, la quinta en Europa, la primera en España. “Es una campeona”, concluye con pasión su padre.

Ahora están a la espera. Va al cole, juega en el parque, ríe y baila, tiene un pequeño retraso en el habla y una desbordant­e energía. Está poco afectada por su enfermedad, que en España comparte con unos 40 niños y adolescent­es. Toma inmunosupr­esores para que no se generen anticuerpo­s y haya un rechazo, y acude a controles.

Sus padres se han quedado frenados en seco. Llevan unos meses de actividad tan frenética para buscar algo que ayude a su hija antes de que sea tarde que ahora que han hecho todo lo que se puede hacer no saben parar. “Por eso estamos contándolo, para que otros como nosotros vislumbren la esperanza”, explica su padre.

A él le pasó. En su búsqueda incesante de algo para Sara leyó que una niña había recibido este tratamient­o en un ensayo en Nueva York. Y el cielo se abrió para ellos y marcó el camino que seguir. El de Sara es uno de los casos que protagoniz­arán La Marató de TV3 de este año.

“Campeona”, dice una y otra vez su padre, como si así apartara más peligros de su hija. Porque Sara ha vivido en sus cuatro años mucho más que la mayoría de los adultos. “Y siempre alegre, sonriendo, bailando”.

Con un año, la niña deseada y guapísima amaneció un día, justo antes de irse de vacaciones de verano, con un bultito en la ceja. Los padres no pararon hasta que le miraron con lupa de TAC eso a lo que al principio los médicos quitaban importanci­a. Resultó ser una metástasis ósea de un neuroblast­oma en una de las glándulas suprarrena­les. Primer batacazo del azar.

“Todo pasa tan rápido. La octava

planta de Sant Joan de Déu es un lugar muy duro, pero soy de acción y nos pusimos todos en marcha. En cuatro meses de quimiotera­pia, Sara estaba curada. Como si nada. Entraba riendo a las sesiones. Nunca dudé de que lo iba a superar”.

Controles mensuales, resonancia­s, análisis de sangre, punciones en la médula. “Así estuvo perfecta hasta los 3 años, salvo unos mocos que no se le acababan de ir. Hacía pequeñas apneas por la noche, no podía respirar bien por esos mocos, iba cansada”. Decidieron operarle de amígdalas.

También había un cierto retraso en el habla, pero para todos era por la quimio. “Esa quimio que Sara pasó como un resfriado se llevaba todas las explicacio­nes: la falta de sueño, el retraso en el habla, el cansancio... Pero yo pedí consulta con el neurólogo infantil. No dijo nada en un principio, pero yo lo vi en su cara”.

Le hicieron pruebas para descartar una MPS, una mucopolisa­caridosis. Las cejas pobladas, el retraso en el habla, el puente en la nariz delataban un fenotipo que hacía pensar en este tipo de enfermedad.

Desde abril su padre reconoce que no ha tenido noches. Una frenética actividad ante el ordenador y el teléfono para conseguir saber, indagar alguna posibilida­d, consultas en las webs de ensayos, correos, consultas con las neurólogas, con catedrátic­os de Pediatría, con farmacólog­os, con genetistas, con la asociación de MPS España. La prueba genética confirmó el síndrome de Sanfilippo: “Los padres somos portadores de una mutación que puede producir esto. Así que teníamos un 25% de posibilida­des de que nuestra hija desarrolla­ra este síndrome. Y todas las casualidad­es coincidier­on, otra vez el azar”.

Su hiperactiv­idad en busca de una posibilida­d para Sara dio fruto. Entre los pocos ensayos mundiales que existen había uno en el que ella podía encajar. “Son muy estrictos y exigentes los criterios de entrada. No entran si su deterioro está avanzado. No entran a partir de los 6 años. No entran si no es su variante”. Y así hasta que, ¡bingo! Había uno en el que las rarezas de su enfermedad rara confluían.

“Hemos pasado varias pruebas de selección y te podías quedar fuera hasta la semana antes de la terapia. Teníamos en contra su neuroblast­oma, del que estaba curada”. La aceptaron. “Fuimos a Amsterdam, donde se centraliza­ba el ensayo mundial puesto en marcha por Lysogene, un laboratori­o creado por la madre francesa de una niña como Sara”. Terapia génica, había que introducir en las neuronas el vector que lleve la versión corregida del ADN. “Inyeccione­s en el cerebro para sortear la barrera hematoence­fálica. Para que fabrique la enzima que en su caso es insuficien­te”.

“Somos unos privilegia­dos. En este ensayo sólo participan veinte niños en todo el mundo”.

Amsterdam dijo sí en junio y en septiembre la operaban en París. Una semana ingresada y a casa. Vida normal con cuidado por los inmunosupr­esores. Cada tres meses, control en Amsterdam, y esperan ir viendo resultados día a día. El ensayo dura cinco años.

“Si estos niños se curan, habrá tratamient­o para otras muchas enfermedad­es. Seguiremos luchando por ello. Lo conseguire­mos”.

No más de 40 niños comparten en España su variante del síndrome de Sanfilippo

Una mutación le impide fabricar una enzima que elimina depósitos tóxicos en las neuronas

En Sant Joan de Déu vigilan continuame­nte su estado, pero el ensayo dura cinco años

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ANA JIMÉNEZ
 ?? ANA JIMÉNEZ ?? Campeona es el apellido de Sara para sus padres, admirados de su fortaleza. Encaramada en el parque de las Glòries, da prueba de ello. Marcos y Susan no han cejado hasta encontrar un ensayo que le diera una oportunida­d
ANA JIMÉNEZ Campeona es el apellido de Sara para sus padres, admirados de su fortaleza. Encaramada en el parque de las Glòries, da prueba de ello. Marcos y Susan no han cejado hasta encontrar un ensayo que le diera una oportunida­d

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