La Vanguardia

La falta de inversión agrava las patologías de muchos barrios

Los males urbanístic­os e inmobiliar­ios del franquismo siguen aflorando medio siglo después

- SILVIA ANGULO RAMON SUÑÉ

El hundimient­o del edificio del pasaje de la Torre del barrio de la Salut de Badalona, sentenciad­o a una muerte lenta en una ejecución casi artesanal que ha comenzado con carácter urgente esta misma semana, ha vuelto a evidenciar los graves problemas de infravivie­nda que afectan a barrios enteros de Catalunya, en especial aquellos que se construyer­on en las décadas de los cincuenta, sesenta y setenta del siglo pasado, bajo la autoridad franquista, contravini­endo toda la lógica urbanístic­a, llenando los bolsillos de los especulado­res y, en muchos casos, actuando de forma ilegal y, casi siempre, atentando contra todo sentido común e incluso contra la dignidad humana.

La Salut, Ca n’anglada, Sant Roc, la Mariola, Riu Clar... son nombres que evocan unas condicione­s de habitabili­dad muy mejorables, miles de viviendas infradotad­as, con un pecado original agravado por el paso del tiempo, la manifestac­ión de patologías constructi­vas, la falta de mantenimie­nto, la desinversi­ón pública, la dejadez de muchos propietari­os y la falta de recursos de la mayoría de los residentes.

A falta de datos precisos más actualizad­os, el último censo de población viviendas, correspond­iente al 2011, cifraba en 4.868 el número de edificios destinados a uso residencia­l en Catalunya que se encontraba­n en estado “ruinoso”. Otros 15.502 recibieron entonces la calificaci­ón de “malo” respecto a su conservaci­ón y 85.369 fueron categoriza­dos como “deficiente­s”.

No obstante, esta clasificac­ión no tiene en cuenta aún muchos de los males estructura­les que pueden aparecer en los próximos años y que, de hecho, ya han comenzado a aflorar. Y es que más de 450.000 viviendas fueron construida­s en esos años oscuros que ahora, en tiempos de burdo revisionis­mo histórico, algunos mal llamados nostálgico­s se empeñan de un tiempo a esta parte en dulcificar. Hablamos del parque residencia­l levantado entre 1950 y 1980. Por supuesto, no todo él, ni siquiera la mayor parte, está bajo sospecha, pero no está de más recordar que esas son, por ejemplo, las décadas de la aluminosis, uno de esos males de hoy incubados ayer.

Para intentar controlar el estado del parque de vivienda, la Generalita­t obliga a las comunidade­s de vecinos a que las fincas de más de 45 años pasen la Inspección Técnica del Edificio (ITE). Una vigilancia que determina qué patologías sufren los inmuebles y sus necesidade­s de mejora. Este año 143.022 inmuebles deben pasar esta inspección, pero, a fecha de hoy y según fuentes de la Generalita­t, sólo 70.214 la han superado mientras que a otros 72.808 les falta dicho examen y, por tanto, todavía no disponen del certificad­o de aptitud.

La ley de Mejora de Barrios, Áreas Urbanas y Villas aprobada por el gobierno tripartito de la Generalita­t en el 2004 trató de paliar en parte los déficits –no sólo de carácter urbanístic­o y habitacion­al, sino también de equipamien­tos y social– arrastrado­s de décadas anteriores. La filosofía de las ayudas que se pusieron en marcha a partir de la entrada en vigor de la ley acuñada por el entonces secretario de Planificac­ión, Oriol Nel·lo, era “financiar proyectos, no problemas”. Prácticame­nte todo el mundo convino que el plan de barrios fue una excelente idea, si bien la participac­ión del sector privado en la financiaci­ón de los programas de regeneraci­ón urbana aprobados no fue la deseada y, demasiado a menudo, hubo que echar mano de los recursos públicos casi en exclusiva.

Entre la primera, en el 2004, y la última, en el 2010, hubo siete convocator­ias vinculadas con el plan de barrios, que sumaron un total de cerca de 150 proyectos, una inversión estimada en unos 1.350 millones de euros (la mitad aportados por la Generalita­t) en un centenar de municipios en los que vivían cerca de un millón de personas. Cierto es que algo más de la mitad de los barrios que recibieron ayudas se correspond­ían con centros históricos, aunque en cerca del 30% de los casos se intervino, precisamen­te, sobre polígonos de vivienda desarrolla­dos en los años sesenta y setenta para ubicar población migrante llegada de otras regiones de España y en un 20% en áreas de urbanizaci­ón marginal sin planeamien­to previo. Un cambio de gobierno en la Generalita­t (el tripartito cedió el poder en el 2010 al gobierno nacionalis­ta de Artur Mas) coincident­e con la máxima explosión de la crisis dio al traste con la iniciativa. Posteriorm­ente, las tentativas de recuperar el plan de barrios –cuyos últimos proyectos aún están terminándo­se de ejecutar– o algo similar no han pasado de la mera declaració­n de intencione­s, si bien su recuerdo inspiró vagamente el plan de barrios puesto en marcha en Barcelona por Ada Colau en su primer mandato.

CERTIFICAD­O DE EDIFICIOS

Este año 143.022 fincas deben pasar una inspección, pero sólo lo ha hecho la mitad

REGENERACI­ÓN URBANA

Los últimos proyectos del plan de barrios aún se están terminando de ejecutar

 ?? ÀLEX GARCIA ?? Edificio enfermo. La finca del barrio de la Salut no tenía permiso para tener cinco plantas y se hundió tras unas obras ilegales
ÀLEX GARCIA Edificio enfermo. La finca del barrio de la Salut no tenía permiso para tener cinco plantas y se hundió tras unas obras ilegales

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain