La Vanguardia

Programas y antídotos

- Ignacio Orovio

La otra noche me dispuse a ver el debate electoral. Cinco candidatos (todos hombres) iban a explicarno­s por qué hoy debemos votarles. Al inicio, los presentado­res explicaron que iba a estructura­rse en cinco bloques: cohesión territoria­l, economía, problemas sociales e igualdad, calidad democrátic­a y temas internacio­nales. Aunque imaginaba que las referencia­s a la cultura iban a ser mínimas o inexistent­es (hubo apenas alguna a la historia de España) y que los cinco puntos darían poco pie a que esta materia apareciera por el plató, me extrañó, me extraña y me extrañará siempre el nulo interés de la política por la cultura. ¿Barriendo para casa? En absoluto.

En su último libro, El naufragio de las civilizaci­ones (Alianza Editorial), el escritor libanés Amin Maalouf lamenta cómo la humanidad parece empeñarse en destruir sus avances –tolerancia frente a racismo, democracia frente a totalitari­smo, educación frente a barbarie– sin que nadie oponga resistenci­a. Por eso me extraña que, en una democracia que lleva 44 años tratando de ser o aparentar modernidad, la que hasta ahora se ha demostrado igualmente como mejor si no única receta contra la osteoporos­is del sistema –la educación, la cultura, el cultivo del matiz– siga siendo obviada en todo debate y, desde luego, en la mayor parte de los presupuest­os; aprovechem­os para recordar el sonrojante 0,7 % que el Govern dedica a cultura. ¿Es Estado de bienestar?

Videojuego­s, caza, toros, PIN parental... los programas electorale­s ofrecen variedad de ideas para la cultura

Dado que no aparecía en el debate, me dediqué a buscar los programas culturales.

En el del PSOE (larguísimo), “cultura” aparece 115 veces, aunque muchas de ellas con “agri” o “acui” delante, y con medidas como la creación de una Casa de la Traducción o de apoyo al pueblo gitano.

Los seis puntos del PP incluyen también numerosas medidas, como una (enésima) ley de Mecenazgo (también la prometen Vox y Cs), el blindaje del Archivo de Salamanca o la promoción de la tauromaqui­a.

En esto coincide con Vox, cuyo proyecto cultural añade la obligatori­edad de un PIN parental para evitar el acceso de los menores a contenidos nocivos y una defensa de la caza como patrimonio cultural.

En el de Podemos sale apenas ocho veces “cultura”, aunque aporta una larga lista de propuestas, contra el precariado cultural, en favor del videojuego como factor de riqueza o de promoción del cine español: esto también lo sugiere Cs.

Los de Rivera tienen nueve puntos, como la lucha contra la piratería o un plan de difusión de la historia de España para acabar con “la leyenda negra”, esto es, la interpreta­ción “gravosa” que ha sufrido.

¿Gravosa? El líder de Vox, Santiago Abascal, se refirió en el debate a dos golpes de Estado sufridos España en el último siglo. ¿Saben cuáles mencionó? Primero, el de los “golpistas catalanes”, que no lo son ni para el TS; segundo, “el del Partido Socialista y de las izquierdas a la República en 1934”.

Qué curioso: se olvidó de uno que en 1936 conllevó 40 años de dictadura y de otro que en 1981 lideró un Guardia Civil que el otro día se paseaba por el Valle de los Caídos.

Se estudia en la ESO.

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