La Vanguardia

Excavando

- Pedro Nueno

Aprovechan­do que venía la fiesta americana de Halloween, la víspera de nuestro Todos los Santos, pasé por las excavacion­es de Catalina, ya saben, aquella isla del archipiéla­go Patreuro, situado entre el océano atlético y el mar intermedia­rio, en la que hace 3.000 años hubo una civilizaci­ón. El profesor Onesone, el americano que dirige la excavación, y varios de los niños y niñas que trabajan en prácticas, en intercambi­os entre colegios de aquí y del mundo, iban a tomarse el jueves y el lunes de fiesta para pasar halloween en su país. También algunos padres vendrían a pasar esos días aquí con sus hijos, aunque varios anularon el viaje por las noticias que les llegaban sobre los posibles problemas que podían encontrars­e en las calles o en el aeropuerto de Barcelona.

Onesone me enseñó los últimos mosaicos que habían encontrado en las excavacion­es. Parece ser que hace 3000 años, seguido por algunos visires catalinos, el rey de Catalina quiso que la isla se convirties­e en un imperio, dejando de ser sólo una isla del imperio Patreuro. Pero el imperio encadenó en una cueva vigilada por falangista­s del imperio a los visires catalinos que se rebelaron, aunque el rey de Catalina, acompañado por algunos nobles, escapó y se trasladó a otro imperio cercano para seguir recibiendo y enviando papiros a los visires amigos para que los difundiera­n en Catalina. Naturalmen­te, el imperio Patreuro no podía enviar a sus falangista­s a otros imperios para capturar al rey huido.

Parece que al emperador de Patreuro se le ocurrió organizar algo que se parecía a lo que hoy llamamos elecciones. El emperador se reunió con mercaderes, usureros, filósofos, profetas, sumos sacerdotes, y le aconsejaro­n hacer aquel proceso. El resultado influiría en lo que el nuevo emperador decidiese pactar con la isla de Catalina. Por todo el imperio

Creía que, fuese quien fuese elegido, no dejaría que Catalina abandonase el imperio

se montaría un proceso en el que unos patreuros de nivel (filósofos, caballeros, profetas, etcétera) se colocarían en lugares visibles cada uno con un ánfora y dos cestas, una con piedrecita­s muy pequeñas y otra con piedras más grandes. Los mercaderes, albañiles, artesanos, usureros, filósofos, curanderos, profetas, sumos sacerdotes del archipiéla­go Patreuro irían con sus esclavos al ánfora más cercana y parece que tendrían dos posibles emperadore­s. Uno que apoyaría el desarrollo del imperio unido permitiend­o que todos los patreuros pudiesen ser esclavos para poder comer e incluso algunos pudiesen pasar de esclavos a mercaderes, artesanos u otros trabajos haciendo algo parecido a lo que hoy llamamos emprender (piedra grande). El otro prometía robarles piastras a los mercaderes, artesanos, usureros y otros más desarrolla­dos para repartirla­s entre los esclavos y los patreuros pobres (piedra pequeña).

Onesone dejaba para cuando volviese de sus vacaciones en América limpiarlo smosai cosen los que se vería qué pasó en Catalina. Estaba convencido de que, fuese quien fuese elegido, no dejaría que Catalina abandonase el imperio Patreuro. Algunos filósofos parecían indicar que casi nadie( visires, artes anos o usureros) había estudiado a fondo el tema y que si Catalina dejaba Patreuro, el número de esclavos sin amo, y por tanto sin poder comer, subiría extraordin­ariamente, muchos artesanos y mercaderes se irían a otras islas o a otros imperios, los usureros se llevarían todas las monedas de oro y de plata fuera de Catalina. El profesor O ne son e había publicado mucho sobre el gran sentido común de aquellos ca ta linos de hace 3.000 años y creía que todo acabaría bien.

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