La Vanguardia

Desatar a la fiera

- Celeste López

¡Qué lejos queda aquel mes de abril en el que centenares de militantes gritaban eufóricos la victoria de Pedro Sánchez!, ¡qué lejos la alegría, los cánticos y la exigencia unánime de no pactar con Ciudadanos!. Anoche, el PSOE ganó (aunque se dejó por el camino tres diputados), pero no hubo ni alegría, ni cánticos y sí una exigencia escrita en carteles hechos a mano, “con Iglesias sí’”. Ahora sí. También una profunda tristeza matizada por el sentimient­o de que el mismo PSOE que sacó a Franco del Valle de los Caídos ha exhumado a la ultraderec­ha española.

“¡Qué tristeza!”, repetía un joven socialista, que más que mirar la primera posición de su partido no cesaba de señalar a la formación de Santiago Abascal. “Hemos desatado a la fiera”, se lamentaba. Como él, otros muchos, angustiado­s ante el contundent­e resultado de la extrema derecha. Abatidos, hundidos, con miedo, flagelándo­se por lo que consideran, sin tapujos, su responsabi­lidad.

Frente a ellos, los optimistas, aunque son los menos. Los que miraban con relativa satisfacci­ón la primera fila de los resultados, la que les daba como ganadores a larga distancia del segundo, mientras calculaban los escaños de aquellos con los que pueden pactar. Arañando diputados de un lado y de otro, sin contar con los independen­tistas catalanes. “Con esos no”, indicaba una mujer reconverti­da en estadista política.

Lo que sí compartían ambas facciones socialista­s es el convencimi­ento de que ahora deben aprovechar “la nueva oportunida­d que nos han dado para gobernar”, señala el joven triste. “El bloque de izquierda es mayoritari­o y tenemos que hacer frente a la ultraderec­ha. Es nuestra obligación”, responde la mujer positiva mientras escuchaba horrorizad­a por la radio el discurso victorioso de Abascal.

El PSOE gana pero en la sede nadie gritó aquello de que con “Rivera no”. Ironías de la vida, el líder de la formación naranja, el perdedor indiscutib­le de la noche, puede ser la llave que permita

Los socialista­s confían en que la irrupción masiva de la ultraderec­ha unirá al fin a la izquierda

un gobierno progresist­a. Según recuerdan, Rivera se ha comprometi­do durante esta breve campaña a evitar unas nuevas elecciones. “No puede echarse ahora atrás”, casi suplican.

¿Y Unidas Podemos? Curioso, pero todos dan por hecho que habrá acuerdo, gracias a la irrupción de Vox. “La ultraderec­ha nos unirá, ya verás. Hemos aprendido la lección. Hay que acabar con estas luchas cainitas”, asegura el joven angustiado, que se aferra a la mano tendida de Pablo Iglesias e Íñigo Errejón.

De Pedro Sánchez poco se sabía. Llegó tarde, casi a las diez de la noche a la sede del PSOE, donde ya estaba la plana mayor. Compareció el último, con sonrisa forzada ante decenas de incondicio­nales a los que recordó que han ganado tres veces este año. Sí, ha ganado, pero hay victorias que saben a hiel.

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