Demasiados ‘peros’ para un buen resultado
España giró ayer un poco a la derecha, pero no ha sido sólo por méritos del PP, sino por el crecimiento de Vox, que limitó las posibilidades de Pablo Casado y ahora le pone su aliento en el cogote. El Partido Popular creció, pero no consiguió llegar a la cifra emblemática de los cien escaños y se queda sin representación en el País Vasco, lo cual hace dudar de su capacidad para estructurar España, condición necesaria, quizá imprescindible, para gobernar este país. Pablo Casado se consolida como líder, pero se queda en un 20 por ciento de los votos, lo cual indica que le queda mucho camino por recorrer. Y, finalmente, el Partido Popular sigue siendo la cabeza visible del bloque conservador, pero no es lo mismo negociar mayorías con Vox que con Ciudadanos, gran víctima de las urnas. Como se puede observar, todas las alegrías del partido conservador llevan un pero que condiciona sus avances en las urnas de ayer.
Al final, el Partido Popular sigue siendo la segunda fuerza política en el Congreso de los Diputados, pero no está en condiciones de competir con el Partido Socialista para luchar por la presidencia del gobierno, a pesar del descenso del PSOE. Seguirá teniendo en contra a la misma mayoría que expulsó a Mariano Rajoy de la presidencia en la moción de censura. Y ahora se enfrenta a la obligación de pelear prácticamente con todos los demás: con el PSOE, con el resto de la izquierda, con los nacionalistas e independentistas y, sobre todo, con Vox, que es el partido que le ha conseguido arrebatar el voto de la derecha dura, hasta ahora integrada en sus filas.
Pablo Casado queda obligado a optar entre la continuidad de su mensaje de moderación, que le proporcionó mejores resultados que la intransigencia de abril, aunque no le permitió conquistar el centro, o tratar de recuperar los sufragios más radicales que se le escaparon por la grieta de Vox. Sin duda recibirá esas dos presiones. Y quizá no falte quien sienta la nostalgia del hombre que no pudo ser, que es Núñez Feijóo.
Y hay una tercera y gran incógnita: el papel del PP en las negociaciones para formar gobierno. La única forma de construir una mayoría absoluta sería la gran coalición o algún tipo de colaboración con el PSOE. Y ahí aparece otro pero: el propio Casado dijo que no habría gran coalición y anoche proclamó la incompatibilidad del PP con los intereses de Pedro Sánchez, pero abrió una puerta al decir que espera sus propuestas. Con lo cual, haciendo el esfuerzo de mirar el panorama desde la derecha, la perspectiva de unas terceras elecciones no es en absoluto descartable.
Es incluso temible. Pero se adivina una intención: alguna alianza, pero (otro pero más) con Pedro Sánchez fuera del poder.
Casado debe optar entre la continuidad de la moderación o recuperar los votos más radicales que escaparon a Vox