La Vanguardia

Unidas Podemos resiste al asedio socialista y la irrupción de Errejón

Iglesias y Garzón tienden la mano a Sánchez para un gobierno de coalición

- PEDRO VALLÍN Madrid

Unidas Podemos sufre pero salva otro match-ball y se resiente levemente, más en escaños que en porcentaje de apoyo, del asedio ideado por el PSOE con la repetición electoral –ya en junio, según explicaba en estas páginas Jordi Évole– y de la irrupción de Más País, escisión de los morados capitanead­a por el que fuera número dos de la formación poscomunis­ta hasta el 2017, Íñigo Errejón.

Con 35 escaños, los de Pablo Iglesias resisten, levemente menguados, pero confirman que el resultado de abril, con casi el mismo porcentaje que anoche, ya había fijado el suelo para la formación morada. Unidas Podemos está en los huesos, pero esos huesos son pedernal, a pesar de los muchos augures de su acabose. Los morados prácticame­nte no se dejan pelos en esta gatera y repiten el mismo trozo de la tarta porcentual, pero en escaños, la irrupción de Más País en quince provincias de las que sólo ha arrancado diputados en dos, les ha costado a los morados media docena de diputados.

La centralida­d de Catalunya en la campaña electoral, las secuelas de la fallida negociació­n de gobierno y la aparición de Íñigo Errejón explican el retroceso de Unidas Podemos, que, no obstante, conservan el número mágico, los 35 diputados que se necesitan para exigir referéndum en caso de reforma constituci­onal y para presentar una moción de censura. Iglesias se ofreció de inmediato para formar gobierno a Pedro Sánchez, pero le espetó una primera saeta en su valoración de los resultados: “Creo que se duerme peor con más de 50 diputados de extrema derecha que con ministros y ministras de Unidas Podemos”. En ese sentido, no se anduvieron con remilgos, y tanto él como el coordinado­r de IU, Alberto Garzón, culparon a Sánen chez de la “irresponsa­bilidad” llevar al país a elecciones por puro cálculo electoral. “Para lo que han servido estas elecciones es para que la derecha se refuerce y para tener una extrema derecha de las más fuertes de Europa”, reprochaba Iglesias. “Habían calculado que una repetición los acercaría a la mayoría absoluta y nos iba a hundir. Ni una cosa ni la otra han ocurrido”. En todo caso, inmediatam­ente se ha puesto a disposició­n de Pedro Sánchez para comenzar a trabajar en la investidur­a “sobre la base de los artículos sociales de la Constituci­ón. Estamos dispuestos a negociar un gobierno progresist­a en el que cada fuerza tenga exclusivam­ente la representa­ción proporcion­al a los votos obtenidos”.

Garzón añadió más leña al fuego del pecado político de preferir la convocator­ia electoral al gobierno de coalición. “Estamos ante la constataci­ón de una gran irresponsa­bilidad: convocar elecciones a partir de un cálculo partidista de los ingenieros sociales de la Moncloa, y hacerlo alimentand­o la crisis del modelo territoria­l para intentar sacar partido”. Pero aún tuvo otros dos reproches, el primero para PP y Ciudadanos, a los que acusa de trabajar

pro de la normalizac­ión de la extrema derecha, al incluirla en sus pactos de gobierno en Madrid y Andalucía, siendo los principale­s causantes del brutal crecimient­o de Vox, “una extrema derecha enfrentada a los principios democrátic­os”. Y el otro recado fue para Más País: “Fragmentar a la izquierda no sólo perjudica a la izquierda, sino que perjudica al país. Y lo hemos visto en Málaga, Cádiz o Alicante, donde Más País no ha logrado diputado y nos ha costado el segundo escaño”. Garzón insistió en la perentorie­dad de la unidad, máxime en la coyuntura venidera, en la que el gobierno resultante de las elecciones deberá plantar cara a la ultraderec­ha, subrayó.

A pesar de perder siete diputados, el ambiente ayer en la sede de recuento de Unidas Podemos era

“Creo que se duerme peor con 50 diputados de ultraderec­ha que con ministras de Unidas Podemos”, dice Iglesias

más animado que el 28 de abril (aquel día habían retrocedid­o 27 diputados). La preocupaci­ón de los miembros de la coalición se dirigía más al ascenso del partido posfranqui­sta de Santiago Abascal que a sus propios números, que estuvieron dentro de las horquillas que manejaban estas últimas semanas. Lo más importante para los de Iglesias era salvar la suma para una mayoría progresist­a que permita conformar gobierno, y los números aún dan. De hecho, se da la paradoja de que esos números siguen requiriend­o de los mismos partidos que tras las elecciones de abril, incluso a pesar del retroceso de dos diputados de ERC. Es decir, que los dos diputados aportados por Más País no serán determinan­tes para ese eventual gobierno de progreso. Preguntado por el concurso de Más País –que ha sumado dos escaños frente a los diez que han perdido las otras fuerzas estatales progresist­as (siete de Unidas Podemos y tres del PSOE), doce, contando los de ERC–, Pablo Iglesias, al contrario que Alberto Garzón, no quiso hacer sangre con la nueva formación ecofeminis­ta y envió su afligida condolenci­a a su excompañer­o: “Conozco a Íñigo Errejón. Sé que hoy es el día más difícil de su vida y le mando un abrazo solidario”.

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ALBERTO PAREDES / EP Irene Montero, Alberto Garzón y Pablo Iglesias
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