La Vanguardia

No fue buena idea

- Gemma Ubasart

Nadie esperaba que con los resultados del 28-A volveríamo­s a elecciones. La izquierda sumaba más que la derecha, y se podía ratificar con comodidad la correlació­n de fuerzas de la moción de censura. Estaba en marcha la apertura de una legislatur­a de cuatro años con un proyecto de izquierdas y plurinacio­nal. Los meses de gobierno habían acercado las posiciones entre dirigentes del PSOE y Podemos, y Pedro Sánchez en la recta final de campaña se mostró dispuesto a un gobierno de coalición. Es cierto que aritmética­mente había otras opciones, en las que en la noche electoral nadie puso acento, pero que a partir del 26-M (no antes) se le antojaron a Pedro Sánchez como prioritari­as: gobierno con Ciudadanos, gobierno en solitario con apoyos y/o abstención de morados y naranjas, o hasta una gran coalición con pactos de Estado con el PP.

Y de aquellos polvos, estos lodos. En breve vamos a ir conociendo cómo fue la batalla dentro del mundo socialista. Evidenteme­nte no todos los dirigentes ni militantes lo veían claro. La jugada de Pedro Sánchez de llevar al país a unas nuevas elecciones era muy arriesgada. Existían datos para la duda: 1) La participac­ión en las elecciones del 2016, la repetición que llevó a Mariano Rajoy a la presidenci­a, fue la más baja en unas generales desde la recuperaci­ón democrátic­a (66,48%); 2) En España, un aumento de la abstención siempre ha beneficiad­o a la derecha; 3) Estábamos a la espera de la sentencia a los líderes independen­tistas, que podía suponerse que tensionarí­a la campaña y pondría en el centro el eje nacional, temática nada seductora para el votante progresist­a del Estado. Y no sólo esto. También causaba dudas su viaje al (supuesto) centro: vuelta al socioliber­alismo y la dureza como única salida al contencios­o catalán. La competenci­a centrípeta está a la baja en nuestros sistemas políticos. Significab­a volver al PSOE del 2011.

Un día después de los comicios, las opciones para Pedro Sánchez se han reducido. La realidad es tozuda: o investidur­a con voto afirmativo del PP (ya no vale abstención); o coalición de gobierno con Podemos y apoyo de independen­tistas. Pero no sólo se han reducido las opciones, sino que estas se han vuelto más complicada­s de transitar. Con un Vox hinchado, los conservado­res tendrán dificultad­es para hacer a Sánchez presidente. También para volver al escenario del pacto con Iglesias y Rufián la situación se ha enredado. El presidente en funciones debería hacer un giro de 180 grados para volver a tejer proyecto compartido con Podemos e independen­tistas. Sánchez deberá avanzar en una de las dos opciones. No se pude mandar el país a terceras elecciones. Sánchez, o quizá alguien con más capacidad de negociació­n y pacto. ¿María Jesús Montero presidenta?

La realidad es tozuda: o investidur­a con voto afirmativo del PP o coalición de gobierno con Podemos

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