La Vanguardia

La Premier se tiñe de rojo

El Liverpool deja al City de Guardiola a nueve puntos

- MUNDO ESFÉRICO Juan B. Martínez Barcelona

La liga inglesa se tiñe de rojo tras la victoria extraordin­aria del Liverpool ante el Manchester City. Jürgen Klopp le ganó la partida a Pep Guardiola y sus jugadores aplicaron el método de su técnico. Ese que se basa en el ruido y la furia, el rayo y el trueno, el físico y la puntería. El campeón de Europa y líder de la Premier aumenta su diferencia a nueve puntos sobre el conjunto citizen, que cae a la cuarta plaza por detrás del Leicester y el Chelsea. Pero es justo decir que el encuentro, fantástico, pudo ir de otra manera. El Liverpool tuvo más acierto pero también más fortuna en los momentos clave. Por ejemplo, en las jugadas polémicas. Reclamó el City, con argumentos, dos manos de Alexander-arnold dentro del área que no fueron decretadas como penalti. Anfield volvió a ser esquivo para el conjunto de Guardiola, que no gana allí desde el 2003. En el historial entre Klopp y Pep, nueve victorias para el alemán, siete para el catalán y dos empates.

El partido prometía y cumplió con las expectativ­as desde el segundo uno. Ni minutos de tanteo ni especulaci­ones. El Liverpool y el City entraron como leones salidos de una jaula. A comerse la hierba. Los de Guardiola dominando el balón y forzando faltas y córners. Los de Klopp a la carrera. Pronto llegó un estruendo. La jugada se casó con la polémica porque el tanto del campeón de Europa vino precedido de un posible penalti en la otra área. El balón impactó en la mano de Alexander-arnold pero ni el colegiado, Michael Oliver, que pitó el martes en el Camp Nou, ni el VAR decretaron pena máxima. La verdad es que Guardiola tiene motivos para estar enfadado. Pero es que si hubiera señalado el punto de los once metros el árbitro hubiera tenido que anular el 1-0. Porque mientras jugadores como Agüero miraban al cuarto árbitro el Liverpool armó un contragolp­e. El balón cayó a los pies de Fabinho, que se sacó un cacao monumental desde fuera del área. Imparable.

Sólo habían pasado seis minutos y mandaba el líder. En breve aumentaría la diferencia. Aunque antes Sterling pudo empatar con un cabezazo. Perdonó, y a continuaci­ón en otro ataque centellean­te el Liverpool metió el segundo tras un centro maravillos­o de Robertson y un cabezazo primoroso de Salah (13). El exblaugran­a Bravo, sustituto del lesionado Ederson, nada pudo hacer.

El choque se le había puesto muy de cara al conjunto de Klopp. Se daban sus coordenada­s idóneas. Ganaba, el City estaba obligado a volcarse y había una sabana que recorrer. Los de Guardiola tocaban el violín de manera armoniosa pero no les bastaba ante la estruendos­a batería del conjunto de Klopp. El encuentro era fantástico con un ritmo endiablado. Nada que ver con el transitar cansino que, por ejemplo,

POLÉMICA MONUMENTAL Guardiola terminó indignado por dos manos dentro del área no señaladas como penalti

el Barça brinda a sus seguidores en los últimos tiempos.

El City pudo reducir la desventaja hasta el entreacto con tres ocasiones de Agüero y una del lateral Angeliño, cuyo disparo fue a parar al poste. Claro que el Liverpool no se quedó quieto y Bravo tuvo que intervenir dos veces.

Quedaban cuestiones por resolver pero el Liverpool no dio lugar al debate. En la reanudació­n propinó otro zarpazo al City. Un centro al segundo palo de Henderson que sorprendió a Bravo fue rematado de cabeza por Mané al fondo de las mallas (51). El 3-0 era un castigo excesivo pero la eficacia vale su peso en oro en un encuentro así.

El resultado tan abultado pareció minar de forma definitiva al equipo de Guardiola. Los intentos de Sterling y De Bruyne se topaban con el muro rojo, en especial gracias al buen partido de Lovren. Los de Klopp no se conformaba­n. Querían hacer más sangre. Mientras, Pep rumiaba qué hacer pero hasta el 70 no introdujo el cambio de Gabriel Jesus por Agüero. Hombre por hombre. Sin embargo, su equipo no había dicho su última palabra y Bernardo Silva metió el 3-1 (77).

El gol le dio vida al City, que se lanzó a la yugular de un Liverpool que tembló por momentos. Tuvo una gran ocasión Gabriel Jesus y Alexander-arnold volvió a tocar el balón con la mano.

El colegiado tampoco pitó penalti en esta ocasión para desesperac­ión de un Guardiola visiblemen­te indignado que se giró a la grada jurando en arameo y señalando un dos con sus manos. El resultado ya no cambió.

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