La cura invisible
En los últimos años han proliferado las cabinas de crioterapia con fines deportivos y estéticos
Los beneficios del frío han derivado en lo que muchos conocen como una parte esencial del “entrenamiento invisible” que es la crioterapia deportiva. “Puede ser a nivel local (las típicas bolsas de hielo antiinflamatorias, que ahora han evolucionado a máquinas específicas) o a nivel general, mediante cubetas o cabinas para las extremidades o todo el cuerpo”, explica Ángel Bigas, quien recuerda que “es tan importante como el descanso, la nutrición o los masajes”. Más tras un entrenamiento intenso, sobre todo en los ejercicios de impacto, que generan molestias y dolores en las articulaciones y los músculos debido a la inflamación.
Primero llegó la inmersión corporal o de las piernas, en cubetas de hielo o con agua helada durante unos diez minutos (el agua entre 10ºc y 15ºc), y últimamente se han puesto de moda las llamadas criosaunas o aerocrioterapia (somete el cuerpo a temperaturas de hasta –110ºc en sesiones controladas de menos de 3 minutos) que Bigas advierte que “deben ser supervisadas por profesionales (controlando la temperatura), aplicando en ellas frío a través de vapor de nitrógeno y asegurándose de que el deportista esté en ayunas, para evitar problemas digestivos (cortes de digestión)”.
Explica que la respuesta corporal al frío se produce a 3 niveles: circulatorio, muscular y neuroendocrino. “El frío hace que los vasos sanguíneos se contraigan, lo que produce la reducción de la inflamación en el tejido muscular. Después, la piel vuelve retomar su temperatura y los vasos sanguíneos se dilatan nuevamente, con lo que el retorno de sangre es lo suficientemente rápido para eliminar la acumulación de toxinas musculares. Por esto son igualmente muy beneficiosos los tradicionales baños alternos de frío y calor”. También se dice que esta exposición a temperaturas muy bajas mejora el rendimiento del deportista porque aumenta el nivel de glóbulos rojos. Ronaldo, por ejemplo, fue uno de los primeros en introducir la crioterapia en su rutina personal y con ello consiguió cortar de cuajo sus visitas a la enfermería.
Bigas resume así todos los beneficios de este método que, ¡ojo! nunca deberían usar pacientes con problemas cardiovasculares, hipersensibilidad al frío o hipertensión (entre otros): “Hay reducción del daño muscular, ya que existen determinados protagonistas de los procesos de inflamación y reparación, como la histamina y la colagenasa, que disminuyen su actividad durante la crioterapia. El frío estimula neurorreceptores de la piel que favorecen la liberación de endorfinas y serotonina, además de otras sustancias naturales que producen una sensación de bienestar y ayudan a combatir el estrés”. Y sí, también estas cabinas de crioterapia sirven para quemar grasa porque “las temperaturas alcanzadas obligan a disparar el trabajo del metabolismo (quemando grasa) para mantener el calor”.
En el otro extremo, los científicos advierten del peligro del abuso de las comodidades térmicas. Lo han advertido una y otra vez. Nos estamos acostumbrando a vivir en un “entorno termal obesogénico”, es decir, con aires acondicionados, calefacción y agua caliente, y sometemos el cuerpo a una monotonía que deriva en la acumulación de grasa.
Tal como explica la dermatóloga Andrea Combalía, “el no exponerse a cambios térmicos necesarios acaba interfiriendo en el balance energético. Nuestro cuerpo está preparado para mantener la homeostasis, es decir, un equilibrio interno, y eso incluye mantener una temperatura corporal estable independientemente de los grados centígrados que haya en el exterior”.
Cuando la temperatura es fresca (incluso sin que haga falta pasar frío), la del cuerpo también baja, y eso obliga al organismo a activarse para subirla de nuevo a 36,5ºc, con lo cual quema calorías. “Apagar la calefacción por la noche, mantener una temperatura adecuada en casa, y pasar más tiempo al aire libre, una buena dieta, ejercicio e hidratación contribuyen a mantener un peso óptimo y una piel saludable”.
Los expertos advierten que abusar de la calefacción crea un entorno que invita a la obesidad