Platos rotos en la Cartuja de Sevilla
La fábrica de loza inglesa, con 178 años de historia, al borde del cierre por su elevada deuda
La fábrica de loza inglesa La Cartuja de Sevillapickman, que ya ha cumplido 178 años de historia, vuelve a estar al borde del cierre después de haberse salvado milagrosamente hace cinco años, cuando el empresario Mario Vázquez Iriberri, consejero delegado de la empresa Ultralta, se hizo con las riendas. Una resolución de la Seguridad Social, por la que se deriva una deuda de 6,6 millones generada por los anteriores dueños, coloca a la firma, conocida en todo el mundo, de nuevo al borde del precipicio.
La Cartuja de Sevilla es la última fábrica de loza inglesa que queda en España desde que San Claudio cerró la factoría que tenía en Oviedo y trasladó su producción a Marruecos en el 2015. Ultralta ha presentado concurso voluntario de acreedores con un déficit patrimonial de ocho millones de euros, mientras que la deuda con los trabajadores, que hoy apenas son 40, asciende a 800.000 euros.
Vázquez Iriberri ha recurrido al Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) la decisión de la Seguridad Social, en un último intento de salvar la fábrica, pero con pocas posibilidades de éxito. Con la amenaza encima, ve muy complicado captar el capital que necesita para evitar el cierre definitivo. La Seguridad Social entiende que se ha producido sucesión de empresa y ha rechazado el recurso de los actuales propietarios.
La historia de la fábrica, cuyos artículos son especialmente venerados por las monarquías británica y española, se remonta a principios del siglo XIX cuando Carlos (Charles) Pickman se trasladó a Sevilla para montar una factoría donde producir todo tipo de piezas de loza, y así burlar el sistema aduanero español, que protegía la producción española.
La suya iba a ser una fábrica plenamente española. Las instalaciones se montaron en la que había sido la abadía agustina de Santa María de las Cuevas, ubicada en un descampado a las afueras de la ciudad, que tras la desamortización de Mendizábal se adjudicó a Pickman. Una zona que, muchos años más tarde, cambiaría de aspecto de manera radical para albergar la Exposición de Universal del 92.
La Cartuja de Sevilla produjo su primera pieza en 1841 y llegó a contar con 22 hornos y más de 500 trabajadores para convertirse en uno de los motores económicos de la ciudad y un escaparate hacia el mundo. En 1871 Amadeo de Saboya le concedió la exclusiva de proveedora de loza inglesa para la Corona española. Las piezas de La Cartuja de Sevilla se exhiben en numerosos museos nacionales y extranjeros y ha recibido importantes premios durante su prolongada historia.
Según datos aportados por el diario ABC, en 1991 La Cartuja todavía vendía por valor de 8 millones de euros, una facturación que cayó el año pasado hasta los 1,8 millones. Aunque en el 2016 y el 2017 la empresa obtuvo beneficios, el año pasado entró en números rojos, tendencia que parece que continuará durante este ejercicio. Después de que la compañía fuera expropiada a Ruizmateos, que había adquirido el 45% a Pickman en 1982, se ha producido un desfile de empresarios diversos que han intentado reflotar la histórica fábrica, que incluso llegó a estar cerrada durante un largo periodo.
La Seguridad Social reclama a Ultralta, su último propietario, una deuda de 6,6 millones de euros