Burlándose de la legalidad
En estos últimos tiempos estamos viendo demasiados episodios de no respeto a la legalidad o a las resoluciones de la judicatura o de órganos de ordenación de los procesos electorales.
Lo vemos con grupos que, saltándose las normas internacionales sobre tránsito obstaculizan con violencia la circulación de vehículos, camiones o trenes, o en los pequeños grupos que han acampado a sus anchas en la plaza Universitat durante semanas con curiosos sucesos como el robo de la caja de resistencia de sus compañeros o hasta de una descontrolada y lamentable violación de una muchacha en un momento en que la violencia de género figura entre los delitos mas detestables. Decir que ocupar una plaza, una calle, una autopista, una estación o un aeropuerto no es incumplir las leyes es una auténtica burla.
Todo esto ha servido para que desde el Foment del Treball y otras entidades y hasta desde empresas y entidades de primer nivel económico se esté insistiendo en que sin tranquilidad y respeto a la legalidad nuestra sociedad entrará en un proceso de degradación probablemente irreversible, pues hay muchas ciudades europeas que aspiran a recoger los frutos que los independentistas se niegan a reconocer que Barcelona está dejando a sus pies por mucho que el independentismo se obstine en decir que aquí todo va bien.
Ahora, además, nos encontramos frente
Decir que ocupar una plaza, una calle o una estación no es incumplir las leyes es una auténtica burla
la lamentable situación de burla a la legalidad protagonizada por el president Torra ante el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya tras haberse negado a retirar símbolos independentistas según lo exigido por la Junta Electoral en aplicación de la normativa vigente.
Viendo la declaración del president Torra ante el Tribunal , el pasado lunes 18 de noviembre, los que no compartimos su línea ideológica, nos quedamos asombrados al ver que invocando derechos y libertades de los que él mismo disfruta gracias a la Constitución Española de 1978 –mal que se niegue a reconocerlo- aceptaba que no había cumplido la ley , un ley, que según su defensa no le obligaba.
Este año 2019 se cumple el 735 aniversario de la muerte de Alfonso X el Sabio que ya en sus Siete Partidas dejaba claro que la autoridad no está exenta de cumplir la leyes y si esto se decía en el siglo XIII, hoy nadie discute este principio cuya aplicación práctica la estamos viendo, por sólo citar un caso, en el enrevesado proceso de impeachment de Donald Trump en la Cámara de Representantes de Estados Unidos.
Resulta impresentable que quien debería ostentar la más alta representación de todos los catalanes –que él está circunscribiendo al 42% de los que piensan como él– se burle reiteradamente de las normas que regulan nuestra convivencia por mas que afirme que, inhabilitado o no por los tribunales, no va a volver a presentarse a unas futuras elecciones, pues ya ha contribuido como debía al procés desde que recibió el testigo del fugado Puigdemont. ¡Curiosa interpretación de la realidad!