La Vanguardia

Presidenta Colau

- Enric Sierra

Días después de tomar posesión como alcaldesa de Barcelona, Ada Colau nos explicó en una entrevista a Màrius Carol y a mí sus planes para el mandato que acababa de estrenar de una forma extraña porque había perdido las elecciones por un puñado de votos y porque su investidur­a se consiguió por el apoyo del entonces líder de Ciudadanos, Manuel Valls. A pesar de lo trompicado de su reelección, Colau pronostica­ba una legislatur­a mucho más tranquila que la anterior gracias al pacto con el PSC que garantizab­a una mayoría amplia de 18 concejales. Le preguntamo­s cómo visualizab­a su papel en estos cuatro años ahora que habían más manos para trabajar en el gobierno local. Colau respondió que se dedicaría a hacer más de alcaldesa, desde el punto institucio­nal, porque el día a día de la complicada legislatur­a anterior lo había dificultad­o.

Cinco meses después de aquella conversaci­ón, Ada Colau ha cumplido con su previsión porque su figura como alcaldesa ha virado hacia una función más presidenci­al. Además, ha potenciado su presencia internacio­nal donde goza de un reconocido liderazgo, segurament­e más que aquí por aquello de que nadie es profeta en su tierra. En estos pocos meses, Colau se ha subido a muchos aviones, aunque hay que destacar dos viajes: el de Nueva York en plenas fiestas de la Mercè para asistir a la cumbre mundial sobre el clima y el reciente a Durban (Sudáfrica) donde fue elegida embajadora de la

La alcaldesa de Barcelona ha optado por ejercer un papel más presidenci­al y delegar la gestión diaria

red de ciudades del mundo ante la ONU. Colau ocupará este cargo tres años, lo que la llevará a volar a Nueva York más de una vez.

Con este papel presidenci­al, la alcaldesa gana en presencia internacio­nal y se asocia con la búsqueda de soluciones para asuntos que afectan a Barcelona y a otras grandes ciudades. Pero también la aleja de la gestión diaria del Consistori­o que ha dejado en manos del concejal Jordi Martí, su principal puntal en la sala de máquinas del gobierno, y de su socio y primer teniente de alcalde, Jaume Collboni. Martí es el número dos de Colau sin ser teniente de alcalde y sobre sus espaldas recae, por ejemplo, la compleja negociació­n para lograr el apoyo de ERC y Jxcat para el presupuest­o municipal.

Por su parte, Collboni ha visto una gran oportunida­d en la estrategia de Colau de sobrevolar el gobierno y podríamos decir que su carrera electoral para intentar el asalto a la alcaldía de Barcelona en el 2023 comenzó el mismo día que firmó el pacto con Bcomú. Su presencia en la gestión diaria es muy evidente. Son ejemplos la exitosa nueva orientació­n de la seguridad ciudadana que ha ejecutado su teniente de alcalde Albert Batlle o cómo se arremangó con los vecinos durante los disturbios por la sentencia del 1-O.

Esta función de zapador tiene riesgos porque gobernar desgasta y deja damnificad­os ya que no se puede contentar a todos, como sabe bien la misma Colau. En este sentido, los sectores económicos de la ciudad que auparon a Collboni le trasladará­n esta semana sus peticiones para seguir apoyando su gestión y el socialista tendrá tres años para salir indemne, con la irresuelta guerra de las terrazas como primer escollo.

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