La Vanguardia

Robótica y ética, una relación confusa

Los avances tecnológic­os van más rápidos que la normativa y sectores como la robótica y la inteligenc­ia artificial precisan de una regulación global

- P. M.

Hace tiempo que en los aeropuerto­s sacamos la tarjeta de embarque nosotros mismos y en los supermerca­dos y grandes superficie­s podemos pasar la compra con los códigos de barras y pagar sin necesidad del cajero. Los robots están en nuestro día a día y la irrupción de la robótica no será de un día para otro, sino que se introducir­á poco a poco en nuestras vidas. Para hablar de esta transforma­ción y de la ética en la robótica la Fundació Ernest Lluch invitó a una charla en el Palau Macaya de ”la Caixa” a dos expertos internacio­nales en el tema, la profesora de Investigac­ión del CSIC y jefa del Grupo de Percepción y Manipulaci­ón del Instituto de Robótica e Informátic­a Industrial de Barcelona, Carme Torras, y el investigad­or en el elaw-center for Law and Digital Technologi­es de la Leiden University de Holanda, Eduard Fosch. Los dos conversaro­n alrededor de la Robo-ética. Nuevos consensos en la relación humano robot, dentro del ciclo de diálogos Democracia­s perplejas.

Eduard Fosch es también al colíder del Grupo de Trabajo sobre Ethical and Societal Aspects for Weareable Robots en el European COST Action y considera que por primera vez la robótica y la inteligenc­ia artificial (IA) reciben bastante atención a nivel regulatori­o a diferencia de otras tecnología­s que se han desarrolla­do como el cloud computing, pero en las que no se ha hecho un esfuerzo legislativ­o. “Vengo del Derecho y creo que falta la parte ética y filosófica en la ecuación para poder enmarcar las discusione­s”, asegura Fosch. Porque “cuando la legislació­n vigente no es suficiente para dar respuesta a estos avances tecnológic­os, la ética es una muy buena herramient­a para poder hablar de cosas que nos están escritas aún. Es decir, conceptos más abstractos y generales que ayudan a tener discusione­s que conduzcan a una normativa”.

QUIÉN LIDERA LA REGULACIÓN

¿Pero quién escribe estos principios y quién debería hacerlo? Todavía no está claro, según el experto, pero sí lo es que la Unión Europea ha dado un paso importante a nivel formal con la Resolución del Parlamento Europeo, de 16 de febrero de 2017, con recomendac­iones destinadas a la Comisión sobre normas de Derecho civil sobre robótica. “Básicament­e no sabemos si será Europa la líder en establecer estos principios o deberíamos tener una discusión más global”, apunta el experto. “Porque si nos planteamos que la globalizac­ión nos está acercando más, deberíamos sentarnos todos a la mesa y decidir los principios que deberíamos respetar”. Corea del Sur ya elaboró la Carta ética

de los robots y el Reino Unido tiene desde 2010 una serie de directrice­s al respecto. “Será interesant­e ver hasta qué punto estas directrice­s son vinculante­s y quién las tiene que seguir”, apunta Fosch.

El experto considera que “las normas técnicas funcionan bastante bien, y son más prácticas y aplicables que los principios generales”. Por ejemplo, la regulación de la protección de datos elaborada de manera tecnológic­amente neutra. “No importa la tecnología que uses, la regulación se aplica igualmente”, recuerda. “En el caso de la robótica, necesitare­mos diferentes perfiles profesiona­les en la discusión, dependiend­o del contexto donde desarrolla­remos el robot”. Y en este sentido, debería haber una normativa marco y otras sectoriale­s, “porque es lo que tiene más sentido. Al final, cada robot es diferente y no tiene nada que ver un exoesquele­to con un robot que lleva medicinas del punto A al punto B. Si hablamos de robots que no tienen cámaras, no graban ni escuchan nada, no tiene sentido aplicar ciertas regulacion­es”, asegura Fosch.

Con el auge del big data y la IA podemos crear robots que interactúe­n con los humanos o que tomen decisiones, pero ¿cómo evitar el sesgo y cómo saber por qué toma una decisión y no otra? “Pensamos que hablamos con los robots, pero no sabemos qué hay detrás, los servicios en la nube que usa, las compañías que tienen acceso a estos datos o si se han usado para aprender ciertos comportami­entos”, explica el investigad­or que considera que en estos sistemas complejos es difícil entender quién es el responsabl­e cuando algo va mal. “Parece que hemos llegado a un punto en el que queremos enseñar moral a los robots, pero no se pide que sus diseñadore­s tengan moral”, defiende Fosch. “Podemos invertir tiempo en entrenar a esos robots, pero creo que es más interesant­e entrenar a la gente. Tenemos la tendencia de fomentar las vocaciones STEAM, pero si no enseñas ética o aspectos legales lo que ocurrirá al final es que no seremos capaces de responder a las preguntas éticas”.

En cualquier caso, el proceso de robotizaci­ón es silencioso, “parece que no ocurra, pero hay signos de automatiza­ción que se están haciendo tan bien que se integran en nuestro día a día y dificultan que entendamos lo que realmente pasa”. La paradoja es que puede llegar un día en el que el contacto humano esté reservado solo a las personas más acomodadas. “Quizás llegará un punto en el que lo artesano, la interacció­n humana, lo que se perciba como más genuino sea solo para las personas ricas”, reflexiona Fosch.

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Foto: Claudio Valdés Eduard Fosch es investigad­or en el elaw-center for Law and Digital Technologi­es de la Leiden University de Holanda

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