“Estaba muy fría, muy azul, sin ningún signo de vida”
Eduard Argudo, intensivista del hospital Vall d’hebron
“Yo acababa de salir de guardia. Estaba descansando en el sofá cuando me llaman del SEM diciendo que traen a una paciente con paro cardiaco por hipotermia accidental. Me pongo las bambas, cojo la moto y en diez minutos llego al hospital. Como la paciente viene de Campdevànol, nos da tiempo a preparar el quirófano de cirugía cardiaca para que esté a punto en cuanto ingrese. Cuando llega el helicóptero, voy a recibirla al túnel de urgencias. Me encuentro con una chica joven, de unos treinta años, muy fría, muy azul, sin ningún signo de vida, sin ninguna actividad eléctrica en el corazón, en una situación compatible con la muerte. Su cuerpo está a 20 grados. La subimos inmediatamente a quirófano y la conectamos a la máquina de ECMO [que permite restaurar la circulación y la oxigenación de la sangre, y elevar la temperatura]. No sabemos si funcionará, pero no hay alternativa. A las 21.46 aplicamos una desfibrilación y conseguimos recuperar el latido cardiaco. Es un momento muy emocionante. La primera noche nos da muchos problemas. Presenta un fallo multiorgánico. Le fallan el corazón, los pulmones, los riñones... Aún no sabemos qué daños ha sufrido su cerebro. Dos días más tarde, el martes a las once de la noche, despierta. A esa hora ya no estoy en el hospital, me sabe mal habérmelo perdido. Lo más impresionante es que no tiene ninguna secuela neurológica. Es extraordinario lo rápido que se ha recuperado y lo fuerte que está ahora.