La Vanguardia

Boris Bidjan Saberi, el diseñador rebelde

Boris Bidjan Saberi crea en Barcelona una colección con el músico Robert Del Naja

- ROSA M. BOSCH

Moda, música y arte urbano se han aliado en Barcelona para reflexiona­r sobre grandes temas del siglo XXI, y de paso alumbrar una colección de ropa realizada mano a mano entre el diseñador germano-iraní Boris Bidjan Saberi y Robert Del Naja, grafitero e integrante de la banda británica Massive Attack, del que se ha especulado que podría ser Banksy. El tándem de creadores lleva meses trabajando en once prendas para el grupo de trip-hop, que presentará el mes de enero en París.

Una nave de una antigua fábrica textil del Poblenou es el centro neurálgico de Boris Bidjan Saberi, la marca especializ­ada en la producción ultra artesanal y local de ropa masculina, presente hasta el pasado enero en la Paris Fashion Week. Sus artículos los han lucido cantantes, actores o jugadores de la NBA y, en la nueva edición de la 080 de Barcelona, serán objeto de un desfile retrospect­ivo.

El interés de Robert Del Naja por la vestimenta de aires futuristas de Saberi, cuyos orígenes también están en la cultura hip hop, ha propiciado la alianza entre ambos para impulsar dicha línea y tejer otras complicida­des. Fue el cantante el que se acercó a Saberi, atraído por su filosofía creativa. El diseñador se prueba personalme­nte todos los modelos, unos 130 por temporada, y moldea en su cuerpo las chaquetas de piel humedecida­s en agua y aceites. Un proceso muy lento pensado para que estos artículos tengan larga vida, en las antípodas de la devastador­a cultura del usar y tirar.

“Boris es un diseñador valiente y un científico punk. Fue como si su ropa me encontrara a mí”, comenta a La Vanguardia el cantante de Bristol. En el 2018, la banda celebró el 20 aniversari­o de su disco Mezzanine lanzando una versión en ADN, es decir, codificand­o sus canciones en secuencias genéticas y almacenada­s en un spray como los que usan los grafiteros para pintar. Del Naja sigue explicando que le ha dado vueltas a cómo aplicar esta técnica a diferentes objetos y materiales y que contactó con Saberi para explorar la posibilida­d, todavía remota, de impregnar ropa con el ADN de su música.

Pero esta primera colaboraci­ón es más tangible, dejan para más adelante proyectos que para la mayoría de mortales suenan a ciencia ficción.

Saberi revisaba estos últimos días en el Poblenou los diseños para Del Naja y Grantley Evan Marshall, Daddy G, el otro integrante de Massive Attack, al tiempo que discutía por teléfono con el primero todos los detalles de las once piezas, entre pantalones, jerseys, un abrigo, chaquetas... de color negro. Una de las tres camisetas luce una composició­n gráfica realizada por el polifacéti­co músico: una figura difuminada de Mickey. El ratón de la compañía Disney es uno de los personajes recurrente­s en la obra de Banksy, el gran artista –o artistas– contemporá­neo que guarda en secreto su identidad. Del Naja ha desmentido que se esconda detrás del escurridiz­o grafitero. Un joven periodista escocés, Craig Williams, lanzó en el 2016 esta hipótesis al comprobar que coincidían las fechas de varios conciertos de Massive Attack en distintas ciudades con la aparición en las mismas de grafitis firmados por Banksy. Del Naja sí ha reconocido que el autor anónimo se mue

EL GRAFITERO ANÓNIMO

El músico, de quien se dice que es el alter ego de Banksy, aporta un grafismo de Mickey

FUE DEL NAJA QUIEN SE ACERCÓ “Boris es un diseñador valiente y un científico punk, es como si su ropa me encontrara a mí”

ve entre su círculo de amistades.

En todo caso, los temas que más inquietan a Banksy son los mismos que quitan el sueño a Del Naja y también a Saberi. Del calentamie­nto global a la nocividad del derroche. El cantante y el diseñaexig­en dor reivindica­n predicar con el ejemplo, cada uno en sus respectivo­s campos. Sus conversaci­ones giran en torno “al significad­o del arte y la cultura en una sociedad tóxica y polarizada... Y ello, inevitable­mente, nos conduce a la discusión sobre la insostenib­le naturaleza de nuestras respectiva­s industrias, las de la moda, el arte y la música”, detalla Del Naja.

Coincidien­do con la cumbre del clima de Madrid, la COP25, y con las evidencias del desastre de una economía todavía anclada en los combustibl­e fósiles, no son pocas las compañías de todos los sectores, incluidos los citados, que se han apresurado a lanzar iniciativa­s “amables” con el planeta. Unas, más o menos creíbles; otras, puro marketing. Saberi-del Naja

que se actúe en lugar de hablar tanto.

Mientras Saberi comentaba hace unos días a La Vanguardia lo difícil y costoso que resultaba ser fiel a sus principios, que pasan por acudir a proveedore­s lo más cercanos posible de casa; producir en Catalunya para reducir la emisión de gases; probarse personalme­nte todos los modelos que diseña –unos 130 por temporada–en busca de la perfección, Del Naja publicaba un artículo en The Guardian (We’ve toured the world for years. To help save the planet we’ll

have to change) en el que declaraba su reto de buscar fórmulas para reducir la huella de carbono del sector de la música. Con el Tyndall Centre for Climate Change Research, Del Naja ha anunciado un plan que busca detallar cuál es la huella de carbono que genera un grupo de gira y, a partir de los resultados, trazar el camino para acercarse al objetivo de cero emisiones.

“Yo siempre he querido hacer las cosas bien, creo en los valores, no todo es ganar dinero, el planeta lo está diciendo. Todas las empresas deberían pensar qué aportan y qué daños causan. Yo hago ropa increíblem­ente buena, mis cazadoras de piel tienen garantía para toda la vida”, relata el diseñador nacido en Munich. A lo largo de su carrera, Saberi ha evitado prodigarse, ha explicado lo mínimo de sus creaciones, harto de ser copiado por firmas muy poderosas. Pero debido a distintas circunstan­cias ha decidido contar públicamen­te cómo produce. Su salida del armario se verá en enero en París donde protagoniz­ará una suerte de diálogos con Del Naja, coincidien­do con la presentaci­ón de su colección.

Por el contrario, dejará de desfilar en la semana de la moda de la capital francesa disconform­e con las servidumbr­es que imponen los que gobiernan este sector. Un golpe económico a causa de los impagos de un cliente de EE.UU. le llevó a repensar su futuro, a analizar si valía la pena seguir con un proyecto tan comprometi­do y de escasa rentabilid­ad. “Nosotros nunca hemos hecho marketing ni pagado a influencer­s, por eso cualquier revés nos afecta. Me planteé cerrar o hacerlo como el resto del mundo, pero no haré ni una cosa ni la otra, seguiré haciendo las cosas bien, haciendo lo correcto y explicándo­lo al público. Ahora todo el mundo debe aportar, es lo que la naturaleza nos pide y lo que me enseñaron mis padres”, reflexiona Saberi.

Saberi se rebela contra el conformism­o y la desidia, igual que Banksy o Del Naja. El músico, que ha estado un par de veces en el taller del Poblenou, piensa que todo el mundo se enfrenta a los mismos desafíos. “Pero en concreto, en nuestra industria, se debe superar esa tendencia de las estrellas del pop de convertir los temas importante­s en un ejercicio de marca. Tenemos muy poco tiempo para hacer la transición hacia una sociedad muy baja en carbono” , dice el miembro de Massive Attack.

“Robert forma parte de mi juventud y de mi cultura musical. Nos hemos encontrado, hemos conectado y nos hacemos las mismas preguntas. El se cuestiona si debe seguir haciendo giras para no generar más carbono y yo si sigo produciend­o ropa. Y la respuesta es que no podemos dejar de existir; él, con sus conciertos, difunde su mensaje, y yo, con mis creaciones”, subraya Saberi, hijo de un ingeniero textil iraní, que marchó de Teherán con sólo 17 años, y de una diseñadora alemana. El oficio le viene de familia; su abuelo paterno confeccion­aba trajes para la corte del sha.

Después de la cita de París, la pareja de artistas prevé reencontra­rse en febrero en Barcelona. A Del Naja, quizás el alter ego de Banksy, le gusta jugar. A la pregunta de si sabe que su apellido, Del Naja, en caló significa huir, él responde: “Siempre he sido un artista del escape. He estado corriendo toda la vida”.

“Desde hace años –afirma– no he pintado ningún grafiti ilegal... A menos que creas que los espacios públicos son privados”.

“No todo es el dinero, el planeta lo está diciendo. Las empresas deberían pensar qué aportan”

“Llevo años sin pintar un grafiti ilegal, a menos que creas que el espacio público es privado”

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XAVIER CERVERA Conexión. Ala izquierda, Boris Bidjan Saberi, fotografia­do la pasada semana en su taller del Poblenou. Arriba, el músico Robert Del Najal y, a la derecha, una plantilla de una de sus obras iniciales, de 1987, a modo de muestra: “Marilyn transformá­ndose en Maggie (Thatcher) en una secuencia de Warhol”
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DAVE J HOGAN / GETTY
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