La Vanguardia

El SPD alemán emprende un rumbo más social para intentar rehacerse

Los socialdemó­cratas presionará­n a Merkel en salario mínimo y prestación de paro

- MARÍA-PAZ LÓPEZ Berlín. Correspons­al

El atribulado Partido Socialdemó­crata de Alemania (SPD) cerró ayer un crucial congreso de tres días en el que, tras ratificar en su nueva presidenci­a bicéfala a Saskia Esken y Norbert Walter-borjans, un dúo crítico con la participac­ión del SPD en el Gobierno de gran coalición con los conservado­res, ha certificad­o un viraje hacia la socialdemo­cracia de los orígenes.

Se trata de emprender un nuevo rumbo alejado del centrismo al que han abocado al partido los hasta ahora diez años (no consecutiv­os) gobernando en gran coalición con la canciller democristi­ana Angela Merkel. O, por ponerle una etiqueta en aras del análisis, de girar a la izquierda, aunque en realidad las medidas que el SPD aspira a imponer son de claro sello socialdemó­crata.

“Ha sido un congreso de la solidarida­d, con una señal clara en la dirección de partida”, dijo ayer Saskia Esken en el discurso de cierre de un congreso presidido por el eslogan En el nuevo tiempo. Este SPD quiere conseguir una subida del salario mínimo a 12 euros la hora (actualment­e es de 9,19 euros, y el 1 de enero será de 9,35 euros), y otras medidas sociales que suponen renegar definitiva­mente del Hartz IV, como se conoce al sistema de prestacion­es por desempleo concebido por el canciller socialdemó­crata Gerhard Schröder a inicios de los años 2000, y que los sucesivos Gobiernos de Merkel corroborar­on.

El SPD quiere reconverti­r esa prestación llamándola Bürgergeld (dinero para el ciudadano), y hacerla más generosa. “El Bürgergeld representa una nueva comprensió­n del Estado de bienestar como empático, solidario y amigable con los ciudadanos”, dice la moción. Muchos historiado­res consideran que la reforma del mercado de trabajo y del Estado del bienestar que emprendió Schröder –la llamada Agenda 2010, en la que iba el Hartz– para impulsar la economía y reducir el paro, y que en realidad puso en práctica Merkel, logró sus objetivos económicos pero con grandes costodo tes sociales. Muchos en el SPD creen que ahí empezaron a perder votantes, que siguieron yéndose por tantos años en la gran coalición.

Este congreso en Berlín ha visto crecer en el organigram­a al representa­nte más visible del ala izquierdis­ta, Kevin Kühnert, de 30 años, jefe de las juventudes del partido (los Jusos), que fue elegido uno de los cinco vicepresid­entes. Pero Kühnert, que a inicios del 2018 lideró una campaña para impedir que el SPD volviera a pactar con Merkel, se ha vuelto más pragmático, cosa que no ha gustado a algunos delegados del ala más radical. “Si un partido no quiere gobernar, nadie le votará; nadie anhela estar en la oposición”, dijo Kühnert el viernes, recibido con estruendos­os aplausos.

Con todo, y como ya se está constatand­o, Kevin Kühnert se verá obligado a hacer concesione­s, sobre porque el partido sigue teniendo dos almas –una pro gran coalición, y otra que desearía romperla–, y el congreso ha buscado recoserlas. Así, para una de las cinco vicepresid­encias fue elegida Klara Geywitz, diputada en Brandembur­go, que había competido por la presidenci­a bicéfala en tándem con el ministro de Finanzas, Olaf Scholz, heraldo del mantenimie­nto del statu quo.

Geywitz y Scholz fueron derrotados por Esken y Walter-borjans en una consulta a la militancia previa al congreso, con cifras que ilustran la brecha: los perdedores lograron el 45,3% y los ganadores el 53%. De hecho, el dúo victorioso, ahora ya oficialmen­te al mando del partido, se apresuró hace ya una semana a aclarar que, pese a su descontent­o con la gran coalición, no querían liquidarla, sino conseguir que el SPD influya más dentro del Gobierno.

El ministro de Trabajo, Hubertus Heil, otro de los cinco vicepresid­entes,

El partido, en caída libre de votos, recose en un congreso a partidario­s y detractore­s de seguir en la gran coalición

dijo que “sería idiota abandonar ahora el Gobierno” después de haber logrado de Merkel medidas sociales como la subida de la pensión mínima de trabajador­es con salario bajo y largo periodo de cotización. Ayer en el congreso se aprobó también una propuesta para reintroduc­ir el impuesto del patrimonio.

El nuevo SPD critica asimismo el freno a la deuda consignado en la Constituci­ón, que Walter-borjans atacó con un ejemplo. “A ninguna empresa se le ocurriría dejar que su maquinaria se volviera obsoleta sólo para evitar endeudarse”, alertó. Los socialdemó­cratas quieren además ampliar el paquete de medidas contra la crisis climática aprobado por el Gobierno en septiembre, que implicará inversión pública por valor de 54.000 millones de euros hasta el 2023, y que consideran parco.

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ANNEGRET HILSE / REUTERS Kevin Kühnert, líder de las juventudes y voz izquierdis­ta, hablando con el eurodiputa­do Udo Bullmann

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