La Vanguardia

Viejos y muy íntimos enemigos

Desde sus tiempos de Nueva York, Trump se la tiene jurada a Jerry Nadler, que dirige el comité de justicia del Congreso en el ‘impeachmen­t’

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

Nueva York, tras una larga travesía del desierto, se ha puesto de moda en la política estadounid­ense. Personalid­ades de peso en la Gran Manzana han dado el salto a la ciénaga de Washington.

Como muestra de que figuras locales a la ribera del Hudson navegan ahora en las “aguas internacio­nales” del Potomac, ahí están los dos últimos exalcaldes, Rudy Giuliani y Michael Bloomberg, cada uno a lo suyo, dando mucho que hablar.

Pero, en cuanto a parejas de neoyorquin­os, ninguna como la que forman el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de 73 años, y el congresist­a demócrata Jerry Nadler, de 72, que comanda la comisión judicial, la que lleva la manija del impeachmen­t o proceso contra el presidente en estos momentos.

“Se ha estado preparando toda su vida adulta para esta ocasión” dijo Scott Stringer, intervento­r del Ayuntamien­to de Nueva York y amigo del congresist­a, con el que empezó a trabajar a los 20 años, cuando Nadler era legislador estatal por el Upper West Side de Manhattan.

“Se enfrentó a Trump cuando éste intentó imponer uno de sus desarrollo­s inmobiliar­ios por encima de las preocupaci­ones de la comunidad y hoy Jerry, como responsabl­e del comité judicial, se encuentra en la posición de salvar nuestra democracia”, añadió Stringer en la cadena NBC.

Trump tiene señalado a Nadler en el centro de su diana.

La relación personal se remonta a hace más de tres décadas. Entonces, ambos cultivaron su animadvers­ión, que se ha prolongado hasta la actualidad.

Esta más que extraña pareja, o enemigos muy íntimos, inició su forja en 1984. Trump era un promotor inmobiliar­io con una ambición desmesurad­a y una gran capacidad para provocar cólera ciudadana, según testimonio­s de los que se movían en su entorno. Ese año compró por 95 millones de dólares de la época una propiedad de 307.561 m2 en la zona del río Hudson del Upper West, territorio electoral de Nadler.

Ahí propuso construir lo que denominó oficialmen­te Televisión City, –porque incluía un estudio–, aunque en muchas otras ocasiones lo llamaba Trump City. Este macro proyecto incluía el que sería el rascacielo­s más alto del mundo, con 153 plantas—, así como más de 7.000 apartament­os y centros comerciale­s en un radio de trece manzanas, entre las calles 59 y 72.

Entonces entró en juego Jerry Nadler, como legislador estatal del barrio, y consiguió frenar el macro desarrollo. Sus electores no querían que esos edificios gigantes les dejaran sin la luz del sol o les bloquearan las vistas.

Trump reclamó para el proyecto una cantidad sospechosa de exenciones fiscales, mientras que los críticos en arquitectu­ra pensaron que eso luciría absurdo.

Hubo mucha disputa. Nadler, que pretendía destinar ese espacio a una terminal de transporte, fue uno de los cargos públicos que con más firmeza lideró la oposición. El plan de Trump sufrió numerosos retrocesos y acabó, a pesar de que él por supuesto declaró victoria, reducido a media docena de torres, ninguna, ni de lejos, para récord de altura.

Las heridas no se han curado con los años. “Si Nadler pasara más tiempo en el gimnasio perdiendo peso, haría un mejor servicio a sus votantes”, le dedicó Trump a su contrincan­te en 1995.

De habitual se refería al congresist­a –lleva en la capital desde 1992– con los adjetivos de “gordo” y “estúpido”. Recienteme­nte, a costa del impeachmen­t le tildó de “malvado insidioso”.

Ese tipo de lenguaje no se correspond­e con el de Nadler, quien de otra manera también desprecia a Trump, pero por sus actuacione­s. “Tenemos un caso muy sólido –tuiteó este domingo respecto a la investigac­ión contra el presidente– y si lo presentára­mos a un jurado, habría veredicto de culpabilid­ad en tres minutos”.

Brian Lerer, veterano periodista­s neoyorquin­o de la NPR (la radio pública), que cubrió la disputa inmobiliar­ia, no sabe si para Nadler es algo personal –“representa­ba a los vecinos y la tenacidad en su defensa le llevó Washington”–, pero no duda en que para Trump sí lo es: “Nunca perdonará a Nadler”.

Nadler canalizó la oposición vecinal del Upper West Side de Manhattan que frustró la ‘Trump City’

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SAUL LOEB / BLOOMBERG L.P. LIMITED PARTNERSHI­P Jerry Nadler, congresist­a demócrata por Nueva York, en la sesión del día 4 del comité de justicia de la Cámara de Representa­ntes

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