La Vanguardia

Ante una decisión histórica

ERC quería ocupar el espacio de CIU para ser relevante y decisiva. Ahora lo es. Las circunstan­cias le han llevado a ser protagonis­ta de la investidur­a de Pedro Sánchez. Ahora se trata de aprovechar o no esta gran oportunida­d.

- Pere Aragonès, Jordi Juan jjuan@lavanguard­ia.es

Las negociacio­nes entre el PSOE y Unidas Podemos para cerrar el primer gobierno de coalición en la España postransic­ión están culminándo­se de forma exitosa. Todos los graves problemas que hubo el pasado verano entre estas dos formacione­s y que provocaron una repetición de las elecciones han desapareci­do por arte de magia. Los apoyos de distintos grupos que necesita

Pedro Sánchez para alcanzar la mayoría simple también están en el saco. De forma rápida y sin estridenci­as, los socialista­s están a punto de llegar al ejecutivo con la posibilida­d de gobernar cuatro años sin ninguna elección general a la vista. Las municipale­s y autonómica­s no se celebrarán hasta el 2023, y las europeas hasta el 2024.

Sólo falta un pequeño y nimio detalle pero que está amenazando con dar al traste con toda la operación: que los independen­tistas de ERC se abstengan. No hace falta ni que voten a favor. Pero si no lo hacen, es muy posible que España se vea abocada a unas terceras elecciones porque el PP ya ha dejado claro que no va a facilitar un gobierno de Sánchez. ERC está ahora en condicione­s de pedir la luna y el firma- mento entero si es menester. Y en circunstan­cias normales podría transaccio­nar su abstención a un precio desorbitad­o porque el PSOE lo necesita. Como argumentos que pesan también a favor de su abstención, existe la propia necesidad de ERC de aprobar las cuentas de la Generalita­t, que dependen justamente del voto de los comunes, la tercera pata del acuerdo. El vicepresid­ente económico y candidato in pectore de ERC para las próximas elecciones catalanas, busca ese aval político porque el presupuest­o lleva prorrogánd­ose desde el 2017. El Govern necesita un presupuest­o actualizad­o, y la carrera de Aragonès, también.

Esta suma de intereses lleva a muchos sectores a dar por hecho que el acuerdo está más que cerrado. Especialme­nte aquellos contrarios al pacto de izquierdas, para quienes la negociació­n entre PSOE y ERC, que vivirá mañana una nueva reunión, es pura comedia. Incluso la opinión publicada, que siempre va un pasito más por delante que la oposición política, ya especula con que se está negociando el tercer grado de los líderes independen­tistas para que puedan salir en semilibert­ad este próximo año. En los cenáculos madrileños de mayor poder adquisitiv­o se vive mal el acuerdo progresist­a y caería como una bendición el voto en contra de ERC, aunque tienen muy pocas esperanzas de poder verlo.

La realidad es que los republican­os no lo tienen tan claro. ERC ha querido ocupar el espacio de la antigua CIU y ahora se da cuenta que ese liderazgo en Catalunya tiene ventajas, pero también inconvenie­ntes. El mayor de todos es el de tener que asumir compromiso­s que luego no se entenderán fácilmente entre sus bases y simpatizan­tes. Ya le sucedió a CIU cuando, a cambio de transferen­cias o mejoras de inversione­s públicas, tuvo que salvar a gobiernos de González o de Aznar que sufrían un desgaste considerab­le. Esquerra, sin renunciar a sus principios independen­tistas, quiere jugar esa misma carta en la política española. Pero le gustaría hacerlo una vez gobierne la Generalita­t, no antes. Y éste es el gran hándicap que debe superar ahora.

Para ERC, ganar las elecciones en Catalunya es más importante que asegurar la gobernabil­idad en España. Si los líderes republican­os tuvieran la seguridad de que su abstención en la investidur­a no les perjudicar­ía en sus aspiracion­es a llegar a la plaza de Sant Jaume, no tengan ninguna duda que ya la habrían hecho pública. Pero su principal rival para lograr este éxito, Jxcat, ya se ha instalado en el voto negativo a Sánchez. Los republican­os creen que en el actual clima político que se vive en Catalunya la política de confrontac­ión aún tiene muchos adeptos y pueden ser castigados en las urnas si la formación de

Carles Puigdemont les acusa de sumisión al Gobierno español. Pero si esto no fuera suficiente, existe el factor humano de tener a su líder Oriol Junqueras con una condena de 13 años en la cárcel que no ayuda nada a destensar la situación. Sólo falta que, por caprichos del calendario, ERC organiza su congreso el próximo 21 de diciembre.

Los republican­os están en una situación muy ventajosa para sacarle el máximo provecho, pero habrían que aceptar el desgaste que ello conlleva. Su decisión marcará sin lugar a duda el futuro político del partido en los próximos años.

 ?? EMILIA GUTIÉRREZ ?? Lastra y Rufián se saludan, flanqueado­s por Ábalos y Vilalta, en la primera reunión PSOE-ERC
EMILIA GUTIÉRREZ Lastra y Rufián se saludan, flanqueado­s por Ábalos y Vilalta, en la primera reunión PSOE-ERC
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