La Vanguardia

Moreno, sin rival un año después

El presidente andaluz (PP) se afianza con una imagen moderada gracias al apoyo sin estruendos de Vox y a un PSOE en shock por los ERE

- ADOLFO S. RUIZ Sevilla

El 2 de diciembre del 2018 un terremoto político de enorme magnitud se hizo sentir en toda la comunidad andaluza. Con epicentro en el palacio de San Telmo, sede de la Junta de Andalucía, ese día la derecha tricolor andaluza se encontró de manera inesperada en condicione­s de demoler 36 años de ininterrum­pidos gobiernos socialista­s en la comunidad más extensa y poblada de España. PP, Ciudadanos y Vox supieron aquella noche que la oportunida­d de expulsar al PSOE de la Junta era única y, quizá, no volvería a repetirse. Y no estaban dispuestos a dejar pasar esa oportunida­d.

Hace un año comenzó una negociació­n a tres, pese a que Cs se empeñó en que era a dos, que terminó colocando a Juan Manuel Moreno Bonilla (PP) en la cumbre de la Junta, con Juan Marín a su diestra, o mejor, con el líder de Ciudadanos a su izquierda y Vox a su derecha. Moreno, que ya tenía preparadas las maletas para volver a Madrid en busca de algún puesto menor, cambió la estación de

Santa Justa por la antigua universida­d de mareantes, situada a escasos metros de la sede popular de la calle San Fernando. Ni siquiera necesitaba un carrito para transporta­r su equipaje, podía llevar las maletas a mano.

Un año después, Moreno Bonilla afronta un plácido futuro, un paraíso de estabilida­d que le va a permitir afianzar una imagen de político moderado, que va superando el estigma de estar gobernando gracias a los votos de la extrema derecha. El resto de las formacione­s políticas le ha allanado un terreno que el malagueño, criado en Barcelona, transita con enorme comodidad.

Juan Manuel Moreno puede observar desde la distancia, y con una ligera sonrisa, los problemas que Vox plantea a otros gobiernos populares, como en Madrid o Murcia, e incluso los recientes zarandeos entre Pablo Casado y Santiago Abascal en el Congreso. Nada de eso va con él.

La sustitució­n del juez Francisco Serrano, atrabiliar­io líder de la ultraderec­ha andaluza, por el abogado Alejandro Hernández, portavoz parlamenta­rio, ha supuesto un bálsamo para el presidente del ajunta y para el PP. Hernández segurament­e piensa igual que Javier Ortega Smith en muchos temas, pero su forma de expresarse es mucho más moderada.

De momento, y no hay razones para pensar que no vaya a ser así en el futuro, las exigencias de Vox son perfectame­nte asumibles por Moreno: promoción de los toros y la vida campestre; exaltación de la caza y la difusión de sus virtudes en las aulas; retórica persecució­n de los inmigrante­s; sustitució­n de la violencia de género por violencia intrafamil­iar…, nada insoportab­le para el PP.

En estos 12 meses, Ciudadanos ha pasado de pisar los talones al PP (26 diputados populares por 21 de los naranjas) a hundirse en Andalucía, como en el conjunto del España. La figura del vicepresid­ente Marín se ha oscurecido para todos, incluso para él. En una rueda de prensa se refirió al consejero Elías Bendodo como “vicepresid­ente”. El propio Bendodo, mano derecha y amigo personal de Moreno, le tuvo que corregir: “Juan, el vicepresid­ente eres tú”. Además, las consejería­s encabezada­s por Cs son las que más dimisiones, problemas y escándalos han acumulado en este medio año.

Enfrente, el PSOE pasa por sus peores momentos de la historia reciente. La sentencia de los ERE y la apertura de juicio por los presuntos fraudes de UGT han sido dos golpes tremendos. La posición de Susana Díaz al frente de los socialista­s andaluces está más debilitada que nunca. Aunque ella insiste en que se siente con “ganas y fuerza”, la realidad muestra cada día un partido que se zarandea más que la nao Victoria

Cs, que pisaba los talones a los populares, se ha hundido, y el vicepresid­ente Marín se ha oscurecido

al regreso de Juan Sebastián Elcano.

El PP reconoce que los ERE les ha proporcion­ado “munición no para una, sino para dos legislatur­as”. Cada pleno parlamenta­rio va a ser un calvario para Díaz y para un partido socialista que, de momento, se muestra incapaz de renacer de sus cenizas. Aunque luego sigue siendo el partido más votado, elección tras elección.

Con este panorama, el Gobierno de Moreno ha pasado un año celebrando el milagro de su propia existencia y, como si nada hubiera cambiado, se ha dedicado a seguir haciendo oposición a la Junta socialista. Son célebres los ya conocidos como martes negros en los que el portavoz del Ejecutivo andaluz, Elías Bendodo, se regocija en sacar datos terribles que demostrarí­an la maldad intrínseca de todos los socia listas que gobernaron la junta durante casi cuatro decenios.

En el terreno de lo tangible para el ciudadano, muy poca cosa, al menos de momento. Las promesas del locuaz consejero de Salud, el popular Jesús Aguirre, planean sobre una realidad donde los profesiona­les de todos los sectores se levantan contra lo que consideran el deterioro constante de la sanidad pública. Aguirre, que se vanagloria­ba de haber montado la estructura de la consejería en tres días “con 120 amigos”, está en el punto de mira. Ya lo advirtió Bendodo en la última reunión del Gobierno: “Se van a seguir produciend­o ceses y cambios en la Consejería de Salud”.

Moreno lleva un año vendiendo la estabilida­d como la panacea de todas las bondades. En su opinión, Andalucía ha cambiado en 12 meses hasta convertirs­e en una especie de Arcadia feliz, donde sus ciudadanos desayunan alegría todos los días. Está ganando por incomparec­encia del contrario.

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 ?? EDUARDO PARRA / EP ?? Cambio. El popular Juan Manuel Moreno Bonilla, que hace poco más de un año pensaba en volver a Madrid en busca de un puesto menor, ha logrado consolidar­se al frente de la Junta de Andalucía
EDUARDO PARRA / EP Cambio. El popular Juan Manuel Moreno Bonilla, que hace poco más de un año pensaba en volver a Madrid en busca de un puesto menor, ha logrado consolidar­se al frente de la Junta de Andalucía

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