El fútbol como negocio
La paulatina conversión del fútbol profesional en un negocio rentable ha provocado el interés de estados, multinacionales y grandes empresas que no dudan en invertir colosales cantidades de dinero con el objetivo de sacar beneficio. Se trata de un fenómeno que la norma del fair play financiero, aprobada por la UEFA en el 2011, no ha logrado frenar, por lo que su extensión no hace más que progresar con el riesgo de acabar con la experiencia de clubs que, como el Barça, Real Madrid, Osasuna o Athletic en la Liga española, o una buena parte de los equipos de la Bundesliga, mantienen la propiedad en sus socios.
La consecuencia más visible de esa realidad es la espiral inflacionaria en la que se ha instalado el fútbol europeo, especialmente el británico. Como estandartes figuran dos clubs, Manchester City y Paris Saint-germain, cuya propiedad regentan dos estados del golfo Pérsico: Abu Dabi y Qatar, respectivamente. Y aunque la UEFA ha estado atenta a que ninguno de los dos traspasara la norma del fair play financiero e incluso los ha sancionado, ambos figuran en la cima de las inversiones en fichajes de los cuales es el de Neymar (222 millones en el 2017) el más sonado. En el último decenio, el club citicen ha gastado 1.014 millones, seguido del PSG (913) y el Madrid (902), y a distancia aparecen Manchester United (751), Juventus (719) y el Barça (697). Completan el top ten, Liverpool (639), Chelsea (516), Atlético de Madrid (550) y Arsenal (498). Cinco clubs británicos entre los diez primeros.
Lo cierto es que este fenómeno amenaza al fútbol profesional en lo que tiene de sentimiento y de afición y, lo que es peor, corre el riesgo de culminar con una grieta insalvable entre el sector prémium, con unos presupuestos muy elevados, y el resto, que se situará muy por debajo del nivel de los primeros, con la lógica consecuencia de la pérdida de competitividad y, por lo tanto, de interés con el que todavía cuenta en Europa el llamado deporte rey. Por esa razón, la Asociación de Clubs Europeos (ECA) dio un paso más en la norma del juego limpio financiero, y aprobó en el año 2018 que los clubs no pueden realizar gastos de transferencia superiores a los 100 millones de euros entre los fichajes y las ventas de jugadores, mientras que la UEFA tiene abierto un procedimiento sancionador contra el City, que podría ser excluido de las competiciones europeas.
Sin embargo, no parece que el negocio esté dispuesto a frenar la escalada actual. La pregunta es durante cuánto tiempo clubs como el Barça, que tiene depositada en su masa social la decisión sobre el porvenir de la entidad, podrá aguantar su singularidad frente a la nueva e invasiva estructura capitalista del fútbol, cuyo objetivo se centra en los beneficios para los accionistas. Eso, en gran parte, dependerá de si la UEFA puede mantener las riendas del fútbol o si, finalmente, claudica ante los poderosos intereses del negocio.
La consecuencia más visible es la espiral inflacionaria en la que se ha instalado
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