Barcelona y el Hermitage: el dilema
El proyecto del Museo del Hermitage en Barcelona ha entrado en una nueva fase. La ubicación en la zona portuaria con un nuevo edificio a cargo del arquitecto japonés Toyo Ito, el impacto sobre el urbanismo y la movilidad en la zona son objetos de estudio, así como la viabilidad económica y la necesidad cultural. La inversión inicial privada prevista de 50 millones de euros, así como los resultados previstos de explotación, tendrá que ser analizada para clarificar el origen de los fondos y de los ingresos y gastos, incluyendo el canon de la franquicia, y evaluar el impacto sobre las arcas municipales, es decir, sobre el destino de los impuestos pagados por los ciudadanos. El Hermitage de San Petersburgo ha concedido varias franquicias y filiales con suertes dispares. La franquicia del Hermitage en Amsterdam se beneficia de la relación estrecha que había mantenido el zar Pedro el Grande con esta ciudad.
Por lo que se refiere al contenido cultural, es evidente que el Hermitage dispone de suficientes fondos para exponer en muchos sitios. Jorge Wagensberg, fundador de Cosmocaixa, proponía añadir un vínculo entre arte y ciencia, pero desgraciadamente su desaparición deja este vínculo huérfano y el proyecto tendrá que buscar otra alternativa.
El Louvre abrió una filial a unos 150 km al norte de París, en Lens, y aparte de dotar de exposiciones con sus fondos ha inaugurado un centro de conservación y restauración al que ha trasladado parte de sus fondos, pero igualmente ha propiciado la creación del centro de start-up Louvre Lens Vallée, que actúa como incubadora y acelerador de empresas con vocación mayoritariamente cultural. El Hermitage en Barcelona podría inspirarse en esta iniciativa, aprovechando la extensa red de centros de start-up, de incubadoras y aceleradoras de la gran experiencia museística y contando con la colaboración de alguna business school con gran prestigio en esta ciudad.
Barcelona, como ciudad y marca, tiene una proyección mundial, lo mismo que el Hermitage, y la asociación puede dar resultados en materia económica y cultural y reforzar la imagen de ciudad creativa e innovadora. Además, Barcelona y su entorno cuentan con un capital intelectual suficientemente preparado para hacer que el Hermitage Barcelona sea algo más que un edificio singular con contenido prestado.