Tinder va por gremios

Hace treinta años que publico los mots encreuats diarios aquí en La Vanguardia y trece que también lanzo un enigma radiofónico diario en la antena de El matí de Catalunya Ràdio. Desde hace dos temporadas, gracias a una aplicación, puedo saber con exactitud y exhaustividad qué respuestas alternativas envían los participantes. Eso me da una información valiosa sobre una variable tan compleja como el grado de dificultad de un enigma, sobre todo teniendo en cuenta que el ingenio verbal se fundamenta en conexiones tan subjetivas como el placer artístico. En ocasiones, el interés va más allá de este uso profesional. Es lo que sucedió con el enigmàrius que radiamos el miércoles pasado, que preguntaba cuáles son los profesionales con título universitario que más triunfan en Tinder, de 12 letras. Sólo el 62% de los participantes acertaron la respuesta que yo había previsto: “aparejadores”. Mi razonamiento enigmístico era que Tinder es una aplicación para encontrar pareja y, por tanto, había que asociarla a la arquitectura técnica, los aparejadores. Lo mismo que en muchas definiciones de crucigrama, la respuesta de una sola palabra se fundamenta en un doble sentido que suele venir por polisemia. Ingenio y engaño, pues, para llegar a una solución que, además, debe cumplir la condición del número de letras, como en los crucigramas hay que cuadrar con las palabras coincidentes en horizontal o vertical. En este caso, a pesar de la limitación de 12 letras (en catalán), la variedad de profesiones propuestas en relación con la aplicación Tinder fue muy elevada. Concretamente, ¡54 profesiones distintas!

Destacan, con el 16,14% de las respuestas, los comunicadores, que es la manera con la que los participantes se refirieron a los periodistas, de lo que se deduce que la mala fama de la canallesca sigue incólume. En segunda posición, con un 11,02%, aparecen los publicitarios, que también arrastran fama de crápulas. Entre las profesiones que suscitan más del 5% de respuestas, las hay que tienen razones estrictamente polisémicas, como los historiadores (por el doble sentido de “tener una historia”) o los ambientólogos (por los bares de ambiente), pero hay otros oficios con doce letras (en catalán) sin vínculo verbal, más allá de una cierta fama de costumbres relajadas. Por ejemplo, los diseñadores, los de audiovisuales o los seminaristas (sin comentarios). Algunas respuestas más minoritarias provocan una cierta perplejidad. Es el caso de los programadores (4,79%), contactólogos (9,06%) o farmacéuticos (4,72%). Me imagino que la relación verbal es porque Tinder es un programa, por las lentes de contacto o porque asocian el ligoteo con una medicina. Mi respuesta preferida apunta a los parasitólogos (2,23%), porque no consigo verle el juego de palabras ni la mala fama. Tal vez alguien piensa que un amante es un parásito de la pareja.