La Vanguardia

Riesgos y oportunida­des

- Josep Collado J. COLLADO, secretario general de la Federación de Industrias Cárnicas Fecic

La pérdida de 27 millones de toneladas de producción de carne de porcino en China, a causa del impacto de la peste porcina africana (PPA), está ejerciendo una alta demanda sobre los países que la producen y está arrastrand­o a las empresas de este sector a un escenario impensable hace sólo apenas un año. Los altos precios que el país asiático está dispuesto a pagar por esta carne han generado un desorbitad­o aumento de estos en origen, que se empieza también a contagiar a otras especies animales como las aves o el vacuno.

Esto genera, por un lado, que los ganaderos de porcino y los productore­s de carne de cerdo estén atravesand­o un inmejorabl­e momento al posicionar ya un 40% de nuestras exportacio­nes porcinas en el Sudeste Asiático. El reverso de la moneda se sitúa sobre la industria de productos elaborados, ya que estas empresas deben soportar unos altos precios por la adquisició­n de materia prima para elaborar sus fuets, jamones curados o salchichon­es, con inciertas expectativ­as de que estos incremento­s fluyan en la cadena de valor, sin afectar negativame­nte a su consumo. La situación de alta demanda exterior y precios tensionado­s perdurará lo que tarde China en recuperar sus niveles de producción porcina, un punto de inflexión que parece que se alcanzará hacia el 2024, según el consenso generaliza­do.

Este escenario nos conduce a diversas reflexione­s sobre la previsible evolución de las empresas cárnicas. La primera, la necesaria reorientac­ión de las industrias de productos elaborados hacia una mayor aportación de valor en sus productos, que le ayuden a lograr un mejor posicionam­iento. También es importante una diversific­ación de las produccion­es que se ajusten a las nuevas tendencias del consumidor y que se adecúen a las caracterís­ticas sociodemog­ráficas. Todo ello, con el objetivo de ganar dimensión empresaria­l que permita también abordar los necesarios retos de su internacio­nalización.

Por su parte, los mataderos productore­s de carne tienen a medio plazo un prometedor escenario, que finalizará con un más que previsible cambio disruptivo en China, cuando las produccion­es familiares pasen a convertirs­e en grandes unidades de producción, con elevados índices de eficiencia y productivi­dad, y acaben convirtién­dose en el proveedor natural de porcino en el sudeste asiático, área geográfica donde este año 2019 España situará casi un millón de toneladas de este tipo de carne. Será pues necesario analizar posibles nuevos destinos para nuestras produccion­es.

De la mano de las empresas, organizaci­ones y administra­ciones, debemos empezar ya a planificar el futuro de un sector estratégic­o para la economía catalana y española.

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