ERUPCIÓN MORTAL EN NUEVA ZELANDA
Cinco turistas muertos, 31 heridos y 8 desaparecidos en la isla Blanca
Este lunes, el cielo lucía claro y soleado sobre la isla deshabitada llamada isla Blanca, situada en el noreste de Nueva Zelanda. El ambiente era fresco gracias a la suave brisa que acompaña el inicio del verano, y los turistas visitaban el volcán que cada año atrae a cientos de curiosos por estos parajes. Pero de repente, justo después del almuerzo, una gigantesca columna de humo, rocas y cenizas surgió de las entrañas de la montaña, tiñendo un día luminoso en otro gris y trágico.
Justo al lado de la ínsula, un grupo de turistas que hacía 20 minutos estaban de pie al borde del cráter observaban desde su barco la escena con una mezcla de estupor y horror. “Al principio, fue un poco difícil saber lo que pasaba porque habíamos visto el humo antes, pero ésta era una gran nube”, relató el estadounidense Michael Schade, que visitó la isla junto a sus padres. “Estábamos sacando fotos y vídeos y nos dimos cuenta de lo que había sucedido”.
Todavía no se conoce la magnitud total del desastre. Se cree que en el momento del suceso había unas 50 personas en la isla, incluido un pequeño grupo que fue captado por una cámara de seguimiento instalada en la zona andando hacia el interior de la caldera momentos antes de que la erupción interrumpiera la grabación. Por ahora, la policía confirmó la evacuación de 23 personas de varias nacionalidades, de las que cinco fallecieron posteriormente. Hay ocho personas desaparecidas.
Más tarde, en la madrugada del martes (hora local), los agentes afirmaron que los vuelos de reconocimiento no mostraban señales de vida en la isla. “No creemos que queden supervivientes”, declararon. Ahora, trabajan con los expertos para determinar cuándo será seguro desplegar a su personal en tierra firme.
La isla Blanca, también llamada Whakaari en maorí, es el volcán más activo de Nueva Zelanda. A pesar de ello, esta isla privada es un destino turístico que cada año atrae a 10.000 personas, que la visitan en excursiones de día en barco o vuelos panorámicos.
Uno de ellos era el brasileño Allessandro Kauffmann, que también se salvó por los pelos. “Había dos tours que fueron al volcán hoy. Uno de ellos era el nuestro, que fue el primero. Nos fuimos (de la isla) cinco minutos antes de que el volcán entrara en erupción”, publicó en su cuenta de Instagram. “El otro tour que llegó justo después, desafortunadamente no logró irse a tiempo, y hubo algunas personas que sufrieron quemaduras graves”.
Tras la erupción, la isla quedó cubierta por una espesa nube de humo, y el patrón del barco en el que viajaba Schade aceleró para tratar de alejarse. Pero cuando la humareda se disipó un poco, desde la embarcación divisaron a varias personas en el embarcadero, por lo que acudieron a su rescate. Cuando subieron a bordo, algunos gritaban, mientras que otros permanecían en silencioso estado de shock. Muchos de ellos presentaban quemaduras y otras dolencias. “La mujer con la que estábamos tenía dificultades para respirar”, relató Schade. Ya en tierra, algunos de los heridos, todavía cubiertos de cenizas, fueron trasladados en ambulancia a hospitales cercanos.
Ken Glairdhill, del instituto de investigación GNS Science, dijo que la erupción no fue muy grande (unos 3.000 metros de altura), sino que más bien era como si el volcán se hubiera “aclarado la garganta”. También señaló que aunque parecía que se había calmado, las autoridades no podían estar seguras de que no habría otra erupción en las próximas 24 horas.
Pasado el impacto inicial, muchos se preguntaban cómo era posible que algo así sucediera sin que nadie lo hubiera previsto. Las visitas a la isla estaban permitidas incluso después de que la agencia científica Geonet hubiera publicado boletines de advertencia de “agitación volcánica moderada” con “explosiones considerables de gas, vapor y lodo” observadas en el lago del cráter.
“Hemos publicado dos o tres boletines en las últimas semanas sobre el aumento de la actividad”, reseñó Brad Scott, un vulcanólogo de Geonet. Según explicó, la agencia transmitió su información a los operadores turísticos y la policía, pero dijo que son los turistas los que al final toman su propia decisión.
La isla Blanca, donde está el cráter, estaba ocupada por unas 50 personas en el trágico momento