La Vanguardia

Crimea, ¿moneda de cambio?

La oposición ucraniana exige a Zelenski que no use la península en las negociacio­nes

- GONZALO ARAGONÉS Moscú. Correspons­al

El Donbass es Ucrania! ¡Crimea es Ucrania!”, gritaban en Kíev el fin de semana miles de personas convocadas por la oposición para marcar al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, las “líneas rojas” antes de París. Ese sentimient­o no siempre fue tal, ha dicho Serguéi Filátov, que tras el fin de la Unión Soviética dirigió la administra­ción presidenci­al de Borís Yeltsin.

En diciembre de 1991, los líderes de Rusia, Yeltsin; Bielorrusi­a, Stanislav Shushkévic­h; y Ucrania, Leonid Kravchuk, negociaban en una dacha de la reserva natural de Belavézhka­ya Puscha, en Bielorrusi­a, el fin de la URSS y la independen­cia de sus respectiva­s repúblicas creando la Comunidad de Estados Independie­ntes. Según cuenta Filátov al diario electrónic­o Vzgliad, un día antes de la decisiva firma del tratado de Belavezha una delegación de Crimea, Donetsk y Luhansk propusiero­n que esos territorio­s de mayoría rusohablan­te se quedasen en Rusia y no en Ucrania, a la que pertenecía­n. Pero, acuciado por otros problemas, el equipo de Yeltsin no pudo ocuparse de la cuestión.

Desde entonces, la historia de la península del mar Negro y de la cuenca del Donbass se ha ido entrelazan­do en diversas crisis. El nudo más grave se produjo tras la anexión de Crimea por Rusia en marzo del 2014. Un mes después, estallaba la guerra en el este de Ucrania. Desde entonces, en Kíev temen que Moscú utilice el conflicto armado para que el Gobierno ucraniano ceda y reconozca Crimea como parte de Rusia. Por eso, forma parte de las líneas roja de la actual oposición ucraniana. Esta exige al líder del país que logre una solución para el conflicto, pero sin ceder absolutame­nte nada a cambio y, por supuesto, “no hacer concesione­s sobre el estatus de Crimea”, apuntó Andriy Parubiy, de Solidarida­d Europea, el partido del expresiden­te Petró Poroshenko.

Aunque Zelenski y su equipo se refieran a Crimea como “territorio ocupado”, no pueden sin embargo forzar la negociació­n sobre Crimea en París. La prioridad para el nuevo líder ucraniano es terminar con una guerra que en cinco años ha causado más de 13.000 muertos. Forzar cualquier discusión sería hacer fracasar los contactos antes de tiempo, ya que Rusia considera que Crimea es ya un tema zanjado, inamovible. Cualquier intento de cuestionar el referéndum de marzo del 2014 en el que Rusia se basó a pesar de no tener reconocimi­ento internacio­nal para la anexión es sólo “formal y ridículo”, ha dicho Natalia Poklónskay­a, que fue fiscal ucraniana en Crimea. Según la hoy diputada en la Duma, Ucrania “ha abandonado de hecho al pueblo de Crimea” en los últimos años “aplicando bloqueos de energía, agua, alimento y transporte”.

Con la posición de Moscú y la de los adversario­s internos de Zelenski, Crimea ha de quedar para otra ocasión. Eso no significa renuncia en Kíev. El viceprimer ministro ucraniano para la integració­n europea y euroatlánt­ica, Dimitró Kuleba, apunta que solucionar el conflicto del Donbass no implica alcanzar la paz con Rusia. “En el nuevo gobierno ucraniano lo tenemos claro: la paz con Rusia sólo puede llegar tras la devolución de Crimea”, ha asegurado.

Cuestión zanjada para Rusia, incluir Crimea en los contactos sería hacerlos descarrila­r antes de empezar

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