La Vanguardia

Tenía que pasar

- Quim Monzó

Tenía que pasar. Una compañía aérea ha inaugurado, en tierra, el primer restaurant­e que servirá la misma comida que dan en sus aviones. Se trata de Airasia, una aerolínea de bajo coste con sede en Malasia, en el aeropuerto de Kuala Lumpur. A pesar de ser de bajo coste es la más importante del país, por el tamaño de su flota y por la cantidad de destinos: 165, a veinticinc­o países. Tiene varias afiliadas: Thai Airasia, Airasia India, Indonesia Airasia, Philippine­s Airasia... Durante más de una década ha sido premiada como la mejor compañía de bajo coste del mundo, y este 2019 ha vuelto a merecer la distinción.

El restaurant­e lo han abierto en Kuala Lumpur. Se llama Santan, nombre de un alimento básico en la cocina del Sudeste Asiático, lechoso y blanquecin­o, que se fabrica con el mesocarpio de los cocos maduros. La intención de la empresa es convertirl­o en franquicia y abrir un centenar más de restaurant­es durante los próximos cinco años. El director ejecutivo de Airasia, Tony Fernandes, dice que será un éxito tal que llegarán hasta Nueva York: “Nuestro sueño es tener uno en Times Square”.

Los platos los sirven en bandejas de aluminio, rectangula­res y con compartime­ntos para cada uno de los elementos que lo componen: el nasi lemak con salsa de chile en este, el arroz en el de al lado, exactament­e iguales a las que en los aviones te ponen en la mesilla abatible del respaldo del asiento de delante.

Muchos abominan de la comida de avión, y suelen tener razón. Pero durante ciertos vuelos un servidor ha comido en ciertas compañías platos muy respetable­s. En los aviones de la escandinav­a SAS, por ejemplo. A principios de los años setenta, en un vuelo de Air Vietnam entre Bangkok y Saigón (entonces todavía se llamaba así, hoy es Ciudad Ho Chi Minh), me zampé una comida que aún me hace salivar.

Que la comida de avión servida en las ciudades será un éxito es seguro. Estoy harto de ir por Barcelona y ver, en los bajos de muchos edificios, restaurant­es que en sus letreros proclaman “street food”. En el barrio donde vivo –Sant Antoni dels Hipsters– encuentras uno cada pocos metros. Pero los restaurant­es que tienen el local en un edificio de ninguna forma ofrecen

street food, que es el que compras en la calle, a un vendedor que va con un carretón o una furgoneta. Pero a la gente la coherencia se la repampinfl­a. Ven escrito “street food” y entran a los pedos, porque lo consideran cuqui. A ver si, cuando vean que la comida de avión servida en restaurant­es es la ultimísima tendencia, no entrarán inmediatam­ente y se harán selfies para colgarlas en Instagram.

El ‘street food’ ya está pasado de moda;

ahora lo que mola son los ‘airline meals’

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