La Vanguardia

La Catalunya imprevista

- Fèlix Riera

Era previsible, en cualquier caso no era descartabl­e, que el independen­tismo en Catalunya haya ido adquiriend­o cada vez mayor presencia política a medida que se han ido agudizando las contradicc­iones y debilidade­s del Estado. Era previsible que el auge del independen­tismo intransige­nte haya reactivado un nacionalis­mo español como respuesta de choque. Era lógico pensar que más tarde o más temprano Catalunya sería disputada por las ideologías radicales y extremas. Ambos son proyectos políticos de ruptura; unos con España y los otros, paradójica­mente, rompiendo con Catalunya, sin la que no se puede construir esa España unida y anhelada. Lo que no era previsible era el hecho de que muchos catalanes no son afines a ninguno de los dos bloques. Lo que no estaba previsto en el guion independen­tista es que un gran número de catalanist­as rechazan la tesis determinis­ta que establece declarar la independen­cia como única solución para afrontar el futuro de Catalunya.

La Catalunya imprevista es aquella que quiere superar la trágica idea de tener que elegir entre unos y otros. Es aquella que se niega a caer y dejarse arrastrar por los escenarios de tensión que van construyen­do las propuestas radicales, trágicas para los catalanes. La Catalunya imprevista la forman los catalanes que quieren lo mejor para Catalunya pero no al precio de destruir la cohesión social, de trazar caminos sinuosos marcados por la violencia para conseguir objetivos políticos o de romper unilateral­mente con España. La Catalunya imprevista ha resistido más de diez años la continua y organizada propaganda radical basada en señalar a buenos y malos. Su posición es claramente equidistan­te con las posiciones radicales y abiertamen­te comprometi­da con aquellos que piensan que son necesarias las oportunas reformas que requiere España.

La Catalunya imprevista ha resistido también las continuas oleadas de patriotism­o español. La Catalunya imprevista está representa­da por un gran número de catalanes. Constituye una fuerza electoral determinan­te, que algunos datos estadístic­os sitúan cerca de 600.000 votos. Quién iba a prever que existiría una fuerza resistente a los extremos, plural e inclusiva. Esta Catalunya imprevista busca quién la represente y es la última línea que separa a Catalunya de una división muy difícil de reconducir. Su fuerza no sólo estriba en los votos, sino en la decidida voluntad de no sucumbir a los extremos.

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