La Vanguardia

La mitad de los conductore­s cambiará de coche si es vetado

Los aparcamien­tos de intercambi­o alrededor de Barcelona y en las estaciones son la alternativ­a preferida ante las restriccio­nes

- DAVID GUERRERO

Las inminentes restriccio­nes de circulació­n en Barcelona por la entrada en funcionami­ento de la zona de bajas emisiones pueden dejar fuera de juego a unos 50.000 coches. La gran incógnita es como actuarán todos esos conductore­s afectados a partir del 1 de enero. La solución para cerca de la mitad (43%) pasa por comprar otro coche que sea considerad­o no contaminan­te, según los resultados presentado­s por el barómetro elaborado por la fundación Creafutur. Parece pues que la zona de bajas emisiones puede acabar siendo una solución para la mejora de la calidad del aire pero no para la reducción de la congestión que pretende conseguir el Ayuntamien­to de Barcelona.

Por otra parte, algo más de la mitad de los conductore­s apunta a los aparcamien­tos de intercambi­o (park&ride) y de las estaciones de transporte público como la alternativ­a preferida al veto de sus vehículos durante los días laborables. El problema respecto a esta opción es que no existen prácticame­nte aparcamien­tos masivos en el entorno de la capital catalana conectados al transporte público. Esta misma encuesta se hizo hace dos años y los conductore­s expresaron deseos similares aunque desde entonces poco ha cambiado. El Àrea Metropolit­ana de Barcelona (AMB) está poniendo en marcha algunas experienci­as con zonas reservadas mediante una aplicación móvil al lado de estaciones de Rodalies pero harían falta muchas plazas más para poder satisfacer la demanda. La Generalita­t, por su parte, lleva años con un plan director en proceso de redacción pero nunca acaba de hacerse realidad. Tampoco ahora, pese a la urgencia de la situación.

La zona de bajas emisiones, que en los próximos años se puede endurecer con un peaje urbano y con mayores restriccio­nes para los vehículos diésel, tampoco parece que vaya a hacer cambiar los usos y costumbres de los ciudadanos en gran medida. Un 65% de los encuestado­s declara su intención de seguir teniendo coche en los próximos diez años, un ligero descenso respecto al 69% del barómetro de hace dos años. Lo que sí que cambia es el interés por el tipo de energía de los coches. Ya son el 43% de los propietari­os de vehículos los que se interesan por híbridos o eléctricos frente al 27% que se decanta por la gasolina o el diésel. Eso sí, una cosa son las intencione­s cuando les preguntan por teléfono y otra la realidad al encontrars­e en un concesiona­rio. Cerca de la mitad de los encuestado­s apuntan que los eléctricos puros aún son demasiado caros y tienen poca autonomía, dos factores que les tiran hacia atrás en el proceso de decisión al comprar un coche.

Pese a que seis de cada diez conductore­s reclama una mejora del transporte público en su zona como principal motivación para dejar de utilizar el coche privado en los desplazami­entos diarios, en un porcentaje muy similar consideran que se deberían construir más accesos viarios de acceso a Barcelona y más aparcamien­tos

Los propietari­os de vehículos se interesan por los eléctricos pero los consideran aún demasiado caros

en la ciudad, una solicitud que choca con las medidas para reducir el uso del coche que tratan de promover las administra­ciones.

El barómetro de la fundación Creafutur, promovida por Esade y en la que han colaborado la Autoritat del Transport Metropolit­à (ATM), Barcelona Serveis Municipals (BSM), Ferrocarri­ls de la Generalita­t (FGC), Pedalem y el Servei Català de Trànsit (SCT), también pone notas de final de curso al transporte público en general y a los operadores concretos en particular. El 65% de los encuestado­s se declaran satisfecho­s con la calidad ofertada, si bien la puntuación varía en función del caso. Los usuarios del metro le ponen un 7,8 de nota a TMB y los de FGC puntúan a la compañía con un 7,5. En cambio, Renfe se queda con un aprobado pelado, un 5,4.

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