La mitad de los conductores cambiará de coche si es vetado
Los aparcamientos de intercambio alrededor de Barcelona y en las estaciones son la alternativa preferida ante las restricciones
Las inminentes restricciones de circulación en Barcelona por la entrada en funcionamiento de la zona de bajas emisiones pueden dejar fuera de juego a unos 50.000 coches. La gran incógnita es como actuarán todos esos conductores afectados a partir del 1 de enero. La solución para cerca de la mitad (43%) pasa por comprar otro coche que sea considerado no contaminante, según los resultados presentados por el barómetro elaborado por la fundación Creafutur. Parece pues que la zona de bajas emisiones puede acabar siendo una solución para la mejora de la calidad del aire pero no para la reducción de la congestión que pretende conseguir el Ayuntamiento de Barcelona.
Por otra parte, algo más de la mitad de los conductores apunta a los aparcamientos de intercambio (park&ride) y de las estaciones de transporte público como la alternativa preferida al veto de sus vehículos durante los días laborables. El problema respecto a esta opción es que no existen prácticamente aparcamientos masivos en el entorno de la capital catalana conectados al transporte público. Esta misma encuesta se hizo hace dos años y los conductores expresaron deseos similares aunque desde entonces poco ha cambiado. El Àrea Metropolitana de Barcelona (AMB) está poniendo en marcha algunas experiencias con zonas reservadas mediante una aplicación móvil al lado de estaciones de Rodalies pero harían falta muchas plazas más para poder satisfacer la demanda. La Generalitat, por su parte, lleva años con un plan director en proceso de redacción pero nunca acaba de hacerse realidad. Tampoco ahora, pese a la urgencia de la situación.
La zona de bajas emisiones, que en los próximos años se puede endurecer con un peaje urbano y con mayores restricciones para los vehículos diésel, tampoco parece que vaya a hacer cambiar los usos y costumbres de los ciudadanos en gran medida. Un 65% de los encuestados declara su intención de seguir teniendo coche en los próximos diez años, un ligero descenso respecto al 69% del barómetro de hace dos años. Lo que sí que cambia es el interés por el tipo de energía de los coches. Ya son el 43% de los propietarios de vehículos los que se interesan por híbridos o eléctricos frente al 27% que se decanta por la gasolina o el diésel. Eso sí, una cosa son las intenciones cuando les preguntan por teléfono y otra la realidad al encontrarse en un concesionario. Cerca de la mitad de los encuestados apuntan que los eléctricos puros aún son demasiado caros y tienen poca autonomía, dos factores que les tiran hacia atrás en el proceso de decisión al comprar un coche.
Pese a que seis de cada diez conductores reclama una mejora del transporte público en su zona como principal motivación para dejar de utilizar el coche privado en los desplazamientos diarios, en un porcentaje muy similar consideran que se deberían construir más accesos viarios de acceso a Barcelona y más aparcamientos
Los propietarios de vehículos se interesan por los eléctricos pero los consideran aún demasiado caros
en la ciudad, una solicitud que choca con las medidas para reducir el uso del coche que tratan de promover las administraciones.
El barómetro de la fundación Creafutur, promovida por Esade y en la que han colaborado la Autoritat del Transport Metropolità (ATM), Barcelona Serveis Municipals (BSM), Ferrocarrils de la Generalitat (FGC), Pedalem y el Servei Català de Trànsit (SCT), también pone notas de final de curso al transporte público en general y a los operadores concretos en particular. El 65% de los encuestados se declaran satisfechos con la calidad ofertada, si bien la puntuación varía en función del caso. Los usuarios del metro le ponen un 7,8 de nota a TMB y los de FGC puntúan a la compañía con un 7,5. En cambio, Renfe se queda con un aprobado pelado, un 5,4.