La Vanguardia

Dopaje de Estado

- Santi Nolla

La sanción de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) es salvaje. Como lo fue el dopaje de Estado llevado a cabo por Rusia. La ocultación o falsificac­ión de datos por parte del laboratori­o de Moscú fue tremenda. Cientos de resultados sospechoso­s fueron modificado­s o eliminados y su manipulaci­ón hace imposible comprobar si 145 deportista­s de los 298 incluidos en la base de datos y bajo sospecha violaron las reglas entre el 2012 y el 2015. El dopaje debe ser perseguido sin piedad. El deporte no puede dar cabida a los tramposos. Pero también debe exigirse el máximo rigor a cualquier organismo cuando en juego hay deportista­s. Hoy, tras la sanción de la AMA, ser atleta ruso presupone haberse dopado. Su propia resolución especifica que sólo los atletas que puedan probar que están limpios para poder competir podrán hacerlo bajo una bandera neutral.

Se invierte la carga de la prueba. No hay que demostrar los que están sucios sino que los que están limpios deben probar que lo están. ¿Quiénes son los atletas limpios? Estos podrán participar en los Juegos bajo bandera neutral. ¿A quién se castiga? A un país, a los dirigentes de un país o a los deportista­s de un país. Un dopaje de Estado necesita de una dirigencia que lo lidere. Las máximas sanciones deben ser hacia arriba. Es evidente que choca ver el medallero de Rusia en los Juegos propios de Sochi (2014) con 33 medallas, 13 de ellas de oro (después fueron retiradas por doping 13 medallas) y cuatro años antes en los JJ.OO. de invierno de Vancouver haber logrado sólo 15 en total, tres de ellas de

La sanción abrirá un nuevo periodo de guerra fría en el dopaje y deja a los deportista­s rusos limpios en una situación muy difícil de superar

oro. No se discute el dopaje de Estado. Se pone sobre la mesa la sanción a los deportista­s. No se pone en duda que se selecciona­ran atletas que tomaban el cóctel de esteroides llamado Duquesa mezclado con vermut por las mujeres y con whisky por los hombres. Y que el origen de esta espectacul­ar sanción fuera Grigori Rodchenkov, responsabl­e del laboratori­o de Sochi que huyó a EE.UU. tras destapar el dopaje de Estado y que había sido condecorad­o con la Orden de la Amistad por Putin que sin embargo acabó hablando de su “reputación abominable”.

Pero los deportista­s rusos ahora deberán demostrar que no están implicados en los programas de dopaje descritos en el informe Mclaren o que sus muestras no hayan sido falsificad­as. Ante una sanción de estas proporcion­es resulta arriesgado que sean los deportista­s limpios quienes deban demostrar su limpieza, en lugar de haber quedado demostrado quiénes son los tramposos. El dopaje de Estado debe perseguirs­e y se ha hecho ahora (en la antigua RDA y URSS, no) pero los organismos que rigen el deporte deben ser sensibles con los deportista­s y dejar claro quiénes son los tramposos. Rusia no se va a quedar parada. Se abre una nueva guerra fría en el dopaje.

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