“Se ha generado una histeria antirrusa”, denuncia el primer ministro Dimitri Medvedev

Lejos de retroceder, el Kremlin acelera contra todos los organismos internacionales. “Se repiten todos los castigos contra los deportistas que ya han sido sancionados (...) Estoy pensando en que la histeria antirrusa se está convirtiendo en crónica”, dijo ayer Dimitri Medvedev, primer ministro ruso. Medvedev reconoció que hay “un problema de dopaje en Rusia”, pero también interpretó que los estamentos internacionales deberían repensar su decisión. Por ese mismo motivo, Moscú recurrirá la sanción de la Agencia Mundial Antidopaje ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS), decisión que corroboró Yuri Ganus, patrón de la Rusada. “La sanción era previsible, dijo. pero debemos anunciar públicamente que nuestro presidente (Vladímir Putin) ya ha establecido una serie de criterios para reforzar nuestra lucha contra el fraude en el deporte”. Con esas palabras, reconocía que las autoridades rusas habían falsificado un amplio abanico de informes, y que lo habían hecho con la intención de proteger a los tramposos.

En los últimos años, la administración Putin ha sido capaz de organizar un importante elenco de acontecimientos internacionales, y entre ellos el Mundial de atletismo del 2013, los Juegos de Invierno de Sochi 2014, el Mundial de natación del 2015 y el de hockey hielo del 2016. En el Mundial de fútbol del 2018, más de tres millones de turistas extranjeros entraron en el país, y entre ellos 17 jefes de Estado.

Entre los deportistas, las reacciones viraban entre la tristeza y el desasosiego. Kasan Kalmurzaev, campeón olímpico de judo en el 2016, dijo que espera que la decisión “se revierta”. Aslabnek Kustov, campeón olímpico de lucha en el 2008, insistía en que la decisión había sido puramente “política”. Y Vladímir Drachev, presidente de la Unión de biatletas rusos, aseguraba que el deporte de su país “ya ha corregido muchas cosas en los últimos tiempos”.