La toma de posesión en Argentina sella el regreso del peronismo al poder
El presidente Fernández es investido con el país al borde de la suspensión de pagos
El peronismo regresa a la Casa Rosada. Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner juraron ayer ante el Parlamento como presidente y vicepresidenta de Argentina. Cuatro años ha durado el fracasado cambio del liberal Mauricio Macri, que deja un país “postrado y lastimado”, según dijo Fernández en su primer discurso, pronunciado junto a Kirchner, que también ocupa la presidencia del Senado.
“No puede haber argentinos de primera y argentinos de segunda”, indicó el nuevo mandatario. Su prioridad será reducir la pobreza que ya alcanza al 40% de la población, frente al 29% cuando Macri asumió en el 2015 prometiendo “pobreza cero”.
Con una inflación estimada para final de año del 57%, Fernández deberá resolver una ecuación imposible, teniendo en cuenta que Argentina está al borde de la suspensión de pagos: cómo hacer crecer al país sin créditos ni inversiones externas o sin generar hiperinflación al emitir más dinero para “desarrollar la economía productiva que nos permita exportar”. Todos los economistas coinciden en que la deuda pública es impagable, así como la devolución del monumental crédito contraído con el FMI por unos 42.000 millones de euros.
“El país tiene la voluntad de pagar, pero carece de capacidad para hacerlo”, dijo Fernández, prometiendo una “relación constructiva y cooperativa” con el FMI y el resto de acreedores. “Para poder pagar hay que crecer primero”, subrayó.
En el Senado toda la atención estaba puesta en el momento en que Kirchner se reencontraría con Macri, después de que hace cuatro años la entonces presidenta saliente se negó a acudir al Parlamento para entregar los atributos de mando a su sucesor. Al entrar al hemiciclo, Kirchner no miró a Macri cuando le estrechó la mano y éste no se despidió de ella cuando salió del recinto una vez que entregó el bastón y la banda a Fernández.
El evidente desencuentro entre Macri y Kirchner no fue obstáculo para que Fernández llamara a la “unidad” ante la grave crisis económica, un mensaje constante de los últimos días desde el peronismo, en contraposición a la llamada “grieta” política en Argentina desde la llegada del kirchnerismo al poder en el 2003.
La principal incógnita sigue siendo cuánta influencia tendrá la expresidenta, tras haber ungido como delfín a Fernández, que fue su jefe de gabinete (primer ministro) y de su difunto marido, Néstor Kirchner, durante los primeros
El nuevo mandatario llama a la unidad ante la crisis económica pese a la evidente tensión con su antecesor, Macri
años del kirchnerismo hasta que se peleó con el matrimonio. Abogado de 60 años, Fernández le debe el poder a la exmandataria, que decidió relegarse a un segundo plano para favorecer la unidad de todas las familias peronistas.
“Alberto al gobierno, Cristina al poder” es un mantra que repiten los partidarios de Kirchner, como años antes gritaron “Cristina al gobierno, Néstor al poder” y mucho antes “Cámpora al gobierno, Perón al poder”, en referencia al presidente Héctor Cámpora, cuya victoria electoral en 1973 precedió el regreso del general a Argentina para su último mandato.