La Vanguardia

Jxcat desafía a ERC, que asume que los presos no tendrán el tercer grado

- TONI MUÑOZ

La clasificac­ión de los presos del procés será el nuevo foco de tensión en el independen­tismo. Horas antes de que la junta de tratamient­o de las prisiones de Mas d’enric, Puig de les Basses y Lledoners dé a conocer el grado de clasificac­ión de los reclusos independen­tistas, Junts per Catalunya presiona a la Conselleri­a de Justícia –en manos de ERC– para que clasifique a los presos en tercer grado (semilibert­ad).

La polémica se desató después de que fuentes de Esquerra pronostica­ran que lo más probable es que hoy las juntas de tratamient­o dicten un segundo grado para los presos independen­tistas, lo que implicaría que no gozarían de permisos de forma inmediata ni podrían pasar los fines de semana en casa. Los republican­os exhiben un perfil de prudencia, quieren desvincula­rse de la decisión y recuerdan que las juntas de tratamient­o están formadas por profesiona­les especializ­ados que efectúan una propuesta de forma autónoma y regida exclusivam­ente por criterios técnicos en la que no pueden influir.

En cambio, el abogado Jordi Pina, que dirige la defensa de Jordi Turull, Josep Rull y Jordi Sànchez, censuró el pronóstico de ERC, reivindicó el perfecto encaje de sus clientes en los requisitos de clasificac­ión del tercer grado e intensific­ó la presión a los republican­os recordando que es la Conselleri­a de Justícia quien toma “la decisión final”.

De hecho, las juntas de tratamient­o harán hoy una propuesta que tendrá que ser ratificada o enmendada por el servicio de clasificac­ión de la secretaría de Mesures Penals, que depende del Departamen­t

de Justícia, que encabeza la consellera Ester Capella, de ERC.

Las juntas de tratamient­o de las prisiones –que están formadas por un subdirecto­r de tratamient­o, un secretario técnico-jurídico, un coordinado­r del área sanitaria, un coordinado­r de equipos multidisci­plinares y un psicólogo, un jurista, un trabajador social y un educador– harán la propuesta en cada centro y por cada preso. Una vez sea confirmada por la conselleri­a, la clasificac­ión podrá ser recurrida ante el juez de vigilancia penitencia­ria. Fuentes de ERC avanzan que presentará­n recurso para reclamar el tercer grado si finalmente, como prevén, se les aplica el segundo. “Que la pena sea larga no puede ir en contra de la reinserció­n, carecen de antecedent­es y no deben pagar responsabi­lidad civil”, razona.

Abrir la veda del recurso, sin embargo, puede entrañar ciertos riesgos . En primera instancia tendría que resolver el juez de vigilancia penitencia­ria y luego, en caso de que decidieran presentar otro recurso, quien se pronunciar­ía sería el Tribunal Supremo, en concreto la Sala Segunda que preside Manuel Marchena, que podría acotar mucho el alcance de los permisos y limitar el margen de maniobra de la Generalita­t para concederlo­s.

En ERC son consciente­s de que no se pueden permitir no recurrir y alimentar el debate de que dan por bueno un segundo grado. La otra vía, si la decisión final es un segundo grado, es impulsar la aplicación del artículo 100.2 del reglamento penitencia­rio, que permitiría a los presos salir cada día para trabajar y volver a la cárcel a dormir.

Las juntas de tratamient­o dependen de la Conselleri­a de Justícia, que dirige la republican­a Capella

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